Grupos de partidarios y detractores de Bolsonaro se enfrentan, este domingo, en violentos disturbios que mezclaron las crisis política y sanitaria que vive Brasil.
Los incidentes más graves ocurrieron en la avenida Paulista, en el corazón de Sao Paulo. Donde el «bolsonarismo» exigió el «cierre» del Parlamento y la Corte Suprema y una «intervención militar», pero se encontró con un numeroso grupo que había convocado una protesta «en defensa de la democracia».
La tensión se elevó entre quienes se identifican con los «valores conservadores» que proclama el líder de la ultraderecha frente a los que se mostraron a favor de las «instituciones democráticas» y en contra del «autoritarismo» del que acusan al capitán de la reserva del Ejército que asumió el poder en enero de 2019.
Este último grupo que portaba pancartas en favor de la democracia contó con el apoyo de algunas hinchadas de clubes de fútbol.
Las manifestaciones ocurrieron cuando Brasil, se sitúa como el segundo país con más contagios de coronavirus en el mundo, sólo por detrás de Estados Unidos. Y el cuarto en número de fallecidos con 28 834, según el último balance oficial.
Aunque hubo incidentes en otras ciudades, como Río de Janeiro, los más graves fueron en Sao Paulo y dejaron varios heridos. Entre ellos el fotógrafo de la Agencia Efe Fernando Bizerra, alcanzado en una pierna por astillas de una bomba de estruendo.
BOLSONARO SE PASEA A CABALLO ENTRE SUS PARTIDARIOS
La jornada de protestas en medio de la pandemia reflejó la alta temperatura del debate político en Brasil. Azuzado por Bolsonaro y sus seguidores con críticas al Parlamento y al Supremo y una fuerte presión contra las cuarentenas más o menos rígidas impuestas por los gobernadores y alcaldes para intentar frenar al coronavirus.
Mientras los partidarios y detractores de Bolsonaro se enfrentan en medio de la pandemia. El presidente Bolsonaro acudió a un acto organizado por sus partidarios, en el que también hubo unas duras proclamas contra el Parlamento y la Corte Suprema y se pidió una «intervención militar» para imponer el «orden y progreso» que clama la bandera de Brasil.
Bolsonaro no hizo declaraciones y se limitó a saludar y abrazar a muchos de los asistentes. Cargó algunos niños en sus brazos y posó para fotos, todo sin usar la mascarilla que es obligatoria para circular por las calles de Brasilia.
Tras saludar a sus partidarios, calculados en unos 3.000, el jefe de Estado se dirigió hacia un grupo de policías a caballo, montó en uno de ellos y se paseó entre las personas, que tras la cabalgata se dispersaron sin mayores incidentes.
MANIFESTACIONES BRASIL
Esa manifestación ocurrió después de que, la noche del sábado, un pequeño grupo de activistas de ultraderecha que acampa desde hace días en pleno centro de Brasilia se dirigió hacia la sede de la Corte Suprema en una marcha alumbrada con antorchas.
Con una puesta en escena que evocaba la estética neonazi, vistiendo de negro y algunos enmascarados. Los manifestantes entonaron cánticos contra una Corte Suprema a la que acusaron de «plegarse a los intereses comunistas».
Bolsonaro, así como tres de sus hijos que actúan en política, son ahora mismo objeto de diversas investigaciones que están en manos de la Fiscalía General y son supervisadas por la Corte Suprema.
El mandatario es sospechoso de intentar intervenir ilegalmente en la Policía Federal. Un organismo autónomo que depende del Ministerio de Justicia, cuyo extitular Sergio Moro denunció esas supuestas irregularidades.
Este sábado, Bolsonaro publicó una serie de mensajes en las redes sociales en alusión a los problemas de su Gobierno con la Justicia. Y se quejó, como hace casi a diario, del tratamiento que la prensa, toda «de izquierda» en su opinión, le da a diversas investigaciones que lo salpican a él mismo, a sus hijos y algunos aliados.
El gobernante concluyó la cadena de mensajes con una contundente frase: «Todo apunta para una crisis», escribió