Mujeres que reescriben la ciencia en Ecuador

Cada descubrimiento de mujeres científicas es un eco de generaciones anteriores que lucharon por el derecho a ser escuchadas. Entre ellas sobresale el nombre de Marie Curie. Derribando los prejuicios de su tiempo, ella exploró el misterioso mundo de la radiactividad. También Rosalind Franklin, cuya imagen de la doble hélice del ADN fue esencial para desentrañar los secretos de la vida.

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Ellas y tantas otras mujeres científicas desmantelaron los muros invisibles que les impedían ser parte de la historia. Y lo hicieron no con el deseo de reconocimiento, sino con la necesidad de entender, conocer y aportar algo valioso al mundo.

Aunque hoy en día solo el 30 % de los investigadores científicos a nivel mundial son mujeres, su presencia en la ciencia ya no es una excepción ni una batalla que librar, sino una realidad que crece, se expande y se reconoce. Y en Ecuador, hace décadas que el conocimiento también se escribe con manos femeninas. Es el caso de Eugenia del Pino y Katya Romoleroux, dos biólogas que en el campo y en el laboratorio han hecho grandes descubrimientos, abriendo puertas que antes nadie se atrevía a imaginar. Y aunque la lucha por la equidad sigue siendo una tarea pendiente, el camino que ellas han recorrido es un faro que ilumina el camino de las nuevas generaciones.

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