Esponjosa, ligera y muy tentadora, así definen a esta golosina quienes la prueban por primera vez. Para los ecuatorianos es un sabor tan familiar que nos transporta a la casa de nuestros padres o abuelos, en donde los niños hacían fila para saborearla y la más común era la de guayaba. Por fortuna esta deliciosa tradición no ha sucumbido al tiempo y aunque ya no es tan común hacerla con las manos, las máquinas batidoras siguen girando y girando para deleitarnos con la famosa espumilla.