La comida tiene una conexión sorprendente con los recuerdos debido a su vínculo con los sentidos del gusto y el olfato. El bulbo olfatorio se conecta directamente con el sistema límbico, que regula tanto la memoria como las emociones. Los sabores y los olores activan una red neuronal que involucra la amígdala y el hipocampo, facilitando la recuperación de recuerdos detallados y cargados de emociones.