El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, amenazó este lunes 21 de noviembre con lanzar una operación terrestre en Siria después de bombardear posiciones kurdas en ese país y en Irak y de que cohetes alcanzaran un pueblo fronterizo en Turquía.
«No se trata de que esta operación se limite únicamente a una operación aérea», declaró el jefe de Estado a los periodistas turcos que lo acompañaban en el viaje de regreso de Catar, donde asistió a la ceremonia de apertura del Mundial de fútbol.
«Las unidades competentes, nuestro Ministerio de Defensa y nuestro estado mayor decidirán juntos sobre la potencia con que nuestras fuerzas terrestres» deben actuar, añadió el mandatario.
«Ya lo hemos advertido: quienes nos molesten en nuestro territorio lo pagarán», insistió.
Las declaraciones de Erdogan se producen después de que disparos de cohetes desde Siria alcanzaran el lunes la ciudad turca de Karamis, en la frontera, dejando dos muertos y seis heridos, según el gobernador regional.
Atentado en Estambul
El asalto tiene lugar al día siguiente de que Turquía lanzara una serie de ataques contra bases de grupos kurdos en la frontera con Siria e Irak, desde donde Ankara asegura que se lanzaron ataques «terroristas», en referencia al atentado de Estambul del 13 de noviembre.
Al menos 35 personas murieron y 70 resultaron heridas en los ataques de la aviación turca, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en el Reino Unido y que cuenta con una amplia red de fuentes en Siria.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), lideradas por los kurdos y respaldadas por Estados Unidos, fueron uno de los objetivos de los bombardeos e informaron a la AFP que Turquía había reanudado los ataques el lunes.
Miles de personas se reunieron el lunes para enterrar a 11 personas que murieron en la ciudad siria de Al Malikiya, en el noreste, durante los bombardeos.
Según un periodista de la AFP, los cuerpos fueron envueltos en la bandera roja blanca y verde de los kurdos.
«70 aviones y drones»
La ofensiva turca, bautizada «Operación Garra-Espada», se produce tras la explosión el pasado domingo en el centro de Estambul, en la que murieron seis personas y 81 resultaron heridas.
Turquía culpa al PKK del atentado, el más mortífero en cinco años y que despertó el doloroso recuerdo de una ola de ataques en el país entre 2015 y 2017 que se atribuyeron en su mayoría a militantes kurdos y a yihadistas del grupo Estado Islámico.
Pero ningún individuo o grupo ha reivindicado la autoría y tanto el PKK como las YPG — las Unidades de Protección Popular, consideradas por Ankara como una extensión del PKK — niegan cualquier implicación en el ataque.
Los bombardeos turcos apuntaron también contra bases del PKK en las regiones de Kandil, Asos y Hakurk en el norte de Irak y bases de las YPG en Kobane, Tal Rifaat, Jazira y Derik en Siria, según el Ministerio turco de Defensa.
Erdogan indicó el lunes que se estaban realizando «consultas» en vista de intensificar la respuesta militar.
En la operación del domingo se usaron «70 aviones y drones» que se adentraron «140 km en el norte de Irak y 20 km en el norte de Siria», detalló.
Rusia y EE.UU. no discutieron sobre esta operación
El líder turco afirmó por otro lado que no había mantenido «ninguna discusión» con el presidente estadounidense, Joe Biden, ni con su homólogo ruso, Vladimir Putin, sobre esa operación.
La última ofensiva militar de Turquía podría crear problemas en las relaciones de Ankara con sus aliados occidentales, en particular con Estados Unidos, que se ha apoyado principalmente en las milicias kurdas sirias en su lucha contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan acusa a menudo a Washington de proveer de armas a los combatientes kurdos.
Rusia, por su parte, respalda a las milicias pro-régimen de la región.
El gobierno alemán instó el lunes a Turquía a actuar «de forma proporcionada y de acuerdo con el derecho internacional».