Quito y sus alrededores apuestan por varias opciones de turismo con distanciamiento en época de Covid-19.
Avistamiento de colibríes y osos de anteojos, recorridos por senderos ecológicos y la gastronomía andina en medio de verdes paisajes son el destino.
El municipio ve la ruralidad como una opción turística para dinamizar la economía de la urbe en momentos de desescalada, con la prohibición de aglomeraciones.
«Tradicionalmente la mayoría de ingresos del turismo se quedaban en la ciudad, pero ahora hay mayor interés por llegar a espacios naturales», explicó a Efe Patricio Velásquez, gerente técnico de la empresa municipal Quito Turismo.
Es reactivar la economía a la par de mantener el distanciamiento han hecho de esa otra parte de Quito, menos conocida, un destino ideal.
33 PARROQUIAS RURALES
Quito tiene 33 parroquias en las que el Municipio ha identificado 25 zonas con alto potencial turístico.
En algunas, como Nanegal y Calacalí ya existen proyectos consolidados, mientras que en otras zonas hay proyectos en desarrollo.
«Esta crisis se convierte en una oportunidad para convertir parroquias menos visitadas en nuevos destinos turísticos», aseveró Velásquez.
UN TURISMO DIFERENTE
La pandemia del coronavirus ha afectado severamente el turismo, con un daño que asciende a 290 millones de dólares desde marzo, según Quito Turismo.
Quito quiere exponer al visitante una experiencia rural que incorpore gastronomía, caminatas y alojamiento, todo bajo medidas de bioseguridad.
La «Laguna de Secas», en Pintag, la Reserva Geobotánica Pululahua, o el Refugio de Vida Silvestre Pasochoa son espacios donde se puede realizar camping, pesca o, sencillamente, caminatas en medio de una frondosa naturaleza.
Pacto, donde se produce panela y café, es otra opción con cascadas naturales, bosques y aves como el gallito de la peña.
Marco Pérez, vocal de turismo de Pacto, invita a disfrutar ríos con aguas cristalinas, montañas, cascadas, frutas exóticas y la ruta de la panela.
«Formamos parte del Chocó Andino, una de las zonas más diversas del mundo», destaca el funcionario.
ECOTURISMO
Este modelo ya rige en parroquias del noroccidente de Pichincha como Nono, Nanegalito, Nanegal, Gualea y Pacto.
Esta fusión de biodiversidad y comunidad llevó a la Unesco en 2018 a declarar «Reserva de la Biosfera» a la zona conocida como Chocó Andino. Aquí encontrará especies tan emblemáticas como el colibrí zamarrito pechinegro, olingos, tigrillos e infinidad de insectos, anfibios y reptiles.
Presidenta ejecutiva de la fundación Maquipucuna, en la parroquia de Nanegal, Rebeca Justicia señala que, además de bosques y cascadas con cientos de especies de aves, la gran peculiaridad de la zona es que se trata del «mejor sitio para ver osos de anteojos».
El ecoturismo en esa parroquia da sustento a alrededor de 20 familias. Muchos comuneros también se benefician de este motor de desarrollo, que ha sido el mejor antídoto contra la caza y la deforestación».
TURISMO COMUNITARIO
A una hora de Quito se encuentra Yunguilla, una comunidad donde la oferta turística es una experiencia de convivencia entre turistas y lugareños, un
Aunque mermado por la pandemia, este inusual modelo de «turismo comunitario» alimenta a un centenar de personas.
«Estamos planeando medidas de bioseguridad para de, a poco, recibir turistas y brindarles ayuda en senderismo, restaurantes, porque el tema de alojamiento si demorará», puntualiza Germán Collaguazo, responsable coordinador general de la Corporación Yunguilla.
Más al sur, a 30 kilómetros de Quito, en las laderas de los Andes, la reserva Yanacocha es hogar de varias especies de colibríes.