Los comicios presidenciales de Estados Unidos parecen haberse vuelto una elección zombi, pues Donald Trump no deja de impugnar su validez. Pese a decenas de derrotas legales y de procedimiento, su equipo de campaña sigue presentando nuevas demandas que no tienen esperanzas de éxito y haciendo nuevas acusaciones infundadas de fraude.
El lunes pasado parecía el fin de las impugnaciones incesantes del presidente a la elección, luego de que el gobierno federal reconoció que el presidente electo Joe Biden era el “ganador aparente” y Trump abrió el camino para la cooperación en la transición del poder, pero sus acusaciones infundadas se reiteran sin cesar.
El miércoles, Trump participó por teléfono de una reunión local de legisladores republicanos de Pensilvania que había sido organizada por su campaña para afirmar falsamente de nuevo que la elección fue fraudulenta.
“Esta elección fue manipulada y no podemos permitir que eso suceda”, dijo Trump, sin ofrecer evidencia.
Pero de eso se trata. La estrategia de Trump no ha sido la de cambiar el resultado, sino formular una serie de afirmaciones fantasma sobre la contienda presidencial para infectar a la nación con dudas, aunque hay un evidente ganador y no hay evidencia de fraude generalizado.
“Los zombis son personas muertas que andan entre los vivos, y este litigio es lo mismo”, dijo Franita Tolson, profesora de derecho de la Universidad del Sur de California. “En términos de litigio que pudiera cambiar la elección, todas esas causas son básicamente muertos vivientes”.
Es una estrategia tolerada por muchos republicanos, especialmente el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, que se aferran a Trump cuando enfrentan la pelea para retener su propio poder en la forma de dos elecciones de segunda vuelta en Georgia en enero.
“Esto es realmente nuestra versión de un golpe de estado”, dijo Thomas Mann, académico residente en el Instituto de Estudios Gubernamentales en la Universidad de California en Berkeley. “Podría terminar rápidamente si el Partido Republicano reconociera lo que está sucediendo, pero ellos temen la conexión de Trump con su base”.
Un día después de que Trump dijo que su gobierno debería comenzar a trabajar con el equipo de Biden, sus aliados presentaron otras tres demandas para tratar de frenar la certificación de los resultados en dos estados disputados. En Michigan, un juez no emitió un fallo sobre la demanda y el estado certificó los resultados a favor de Biden. Se interpuso otra demanda en Wisconsin, que certifica el martes próximo. En Arizona, los republicanos presentaron una demanda sobre la inspección de boletas; la certificación allí será el lunes.
Y el equipo legal de la campaña dijo que legisladores estatales en Arizona y Michigan realizarían reuniones sobre la elección “para proveer confianza de que todos los votos legales han sido contados y los votos ilegales no han sido contados en la elección del 3 de noviembre”.
En Pensilvania, donde legisladores estatales republicanos se reunieron en Gettysburg el miércoles para expresar quejas sobre la elección, el abogado de Trump Rudy Guliani asistió en persona y el presidente llamó desde la Casa Blanca.
“Tenemos toda la evidencia”, afirmó Trump. “Lo que necesitamos es un juez que escuche apropiadamente sin tener una opinión política”.
Pero la mayor refutación legal fue expresada por un juez republicano conservador en una corte federal en Pensilvania, que el sábado rechazó la demanda del equipo legal de Trump que buscaba anular los resultados de la elección. El juez amonestó a la campaña de Trump en un fallo mordaz sobre su falta de evidencia. La campaña ha apelado.
Aliados de Trump han reconocido en privado que su plan nunca revertiría los resultados, pero le daría al presidente una salida para una derrota que no estaba reconociendo y una vía para mantener su base leal para lo que haga a continuación.
“Y entonces será infernal gobernar y hacer política, porque él continuará haciendo lo que está haciendo desde su posición privada”, pronosticó Mann.
Emily Murphy, la jefa de la Administración de Servicios Generales, declaró a Biden el “ganador aparente” el lunes, una medida administrativa pero crucial que permitió el inicio formal de la transición. Murphy hizo la determinación luego que las demandas de Trump contra la elección fracasaron en varios estados. Mencionó “acontecimientos recientes relacionados con reclamos legales y certificaciones de resultados electorales”.
Michigan certificó el lunes la victoria de Biden, pese a los llamados de Trump a miembros republicanos a que bloquearan la votación para que se hiciese una auditoría de boletas en el condado Wayne, donde Trump decía ser víctima de fraude. Biden venció al presidente por más de 330.000 votos allí.
“El deber de la junta hoy es sumamente claro”, dijo Aaron Van Langevelde, el vicepresidente republicano de la junta. “Tenemos el deber de certificar esta elección sobre la base de estos resultados”.
Aun así, el equipo legal de Trump rechazó la certificación, diciendo que era “simplemente una medida administrativa” e insistió que seguiría peleando.
Inició al menos cuatro causas en Michigan que trataron —infructuosamente — de bloquear la certificación de resultados electorales en parte o en todo el estado.
En Pensilvania, luego que el gobernador Tom Wolf certificó a Biden el ganador, un juez federal de apelaciones le ordeno a las autoridades estatales que frenaran cualquier paso hacia la certificación de resultados. El estado apeló ante la Corte Suprema de Pensilvania.
En Arizona, cuando los abogados de una mujer en el área de Phoenix abandonaron una causa que decía que el equipo no registró su boleta porque ella la completó con un marcador Sharpie provisto por el condado, la campaña de Trump presentó su propia demanda repitiendo algunas de las mismas quejas. Cuando esa demanda iba a ser desestimada, los abogados de la mujer presentaron otra para revivir sus argumentos y demandando que se le permitiera volver a presentar su boleta. Las tres causas ahora han sido desestimadas.
“El proceso legal parece desarrollarse de la forma debida, pero la campaña de Trump ha dejado claro su deseo de obstaculizar el sistema cada vez que pueda”, dijo Lisa Marshall Manheim, profesora de derecho de la Universidad de Washington.