El presidente estadounidense Donald Trump estaba el miércoles a punto de ser acusado en un juicio político por segunda vez en su mandato. La Cámara de Representantes planea realizar una votación sin precedentes apenas una semana después de que el mandatario alentó a una turba de seguidores a “luchar como demonios” contra los resultados de las elecciones y asaltaran el Capitolio.
Durante el debate matutino, la presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, pidió a los republicanos y demócratas “escudriñar sus almas” antes de la histórica votación de la tarde. Trump sería el primer presidente de Estados Unidos en ser procesado dos veces.
Trump “debe irse”, dijo Pelosi. “Es un peligro claro y presente para la nación que todos amamos”.
Sin embargo, una verdadera destitución parece poco probable antes de la toma de posesión el 20 de enero del presidente electo Joe Biden. Un portavoz del líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, dijo que el líder republicano no prevé convocar a toda la cámara de inmediato, por lo que cualquier proceso podría comenzar por lo menos hasta el 19 de enero.
Aunque su primer juicio político en 2019 no logró apoyos republicanos en la cámara baja, esta vez un pequeño pero significativo número de líderes y otros legisladores están apartándose de su partido para unirse a los demócratas, alegando que Trump violó su juramento de proteger y defender la democracia estadounidense.
Sin embargo, la mayoría de los republicanos planean votar por el “no”. El representante por California, Tom McClintock, dijo durante el debate que acusar a Trump una semana antes de que entregue el cargo es un “acto mezquino, vengativo y gratuito”.
La seguridad era excepcionalmente estricta el miércoles en la sede legislativa, con imágenes impactantes de soldados de la Guardia Nacional reunidos en el Capitolio, con perímetros seguros alrededor del complejo y detectores de metales.
La sorprendente caída de la imagen de Trump en sus últimos días en la Casa Blanca y las alarmantes advertencias de posibles actos violentos por parte de sus seguidores, dejaron a la nación en una coyuntura incómoda y desconocida antes de que el demócrata Biden asuma la presidencia.
Trump, que se convertiría en el único presidente estadounidense que pasa por este proceso dos veces, enfrenta un único cargo de “incitación a la insurrección”.
La resolución de juicio político, de cuatro páginas, se basa en la propia retórica incendiaria del mandatario y en las falsedades que difundió sobre la victoria de Biden en las elecciones, incluso una manifestación en la Casa Blanca el mismo día del ataque al Capitolio el 6 de enero, para armar un caso por delitos graves y faltas como exige la Constitución.
Enfrentando su posible lugar en la historia, Trump advirtió a los legisladores que desistieran e insinuó que era el intento de destitución, y no sus acciones en torno a los sangrientos disturbios, lo que dividía al país.
“Continuar por este camino, creo que causa tremendo peligro para nuestro país y causa tremenda ira”, dijo Trump el martes, en sus primeras declaraciones a la prensa desde los hechos violentos de la semana pasada.
Cuatro personas, incluido un policía del Capitolio, perdieron la vida durante el asalto. Los legisladores tuvieron que esconderse mientras la turba recorría los salones del Capitolio y demoraban varias horas el último paso para confirmar el triunfo de Biden.
El presidente saliente no ofreció sus condolencias por los muertos y heridos, y solo dijo “no quiero violencia”.
Al menos cinco legisladores republicanos, entre ellos la tercera en la jerarquía del partido en la Cámara de Representantes, Liz Cheney, de Wyoming, anunciaron que votarán a favor del juicio político, dividiendo al liderazgo republicano y al partido en sí.
“El presidente de Estados Unidos convocó a esta turba, reunió a la multitud y encendió la llama de este ataque”, afirmó Cheney en un comunicado. “Nunca ha habido una traición mayor por parte de un presidente de Estados Unidos a su cargo y a su juramento a la Constitución.”
El padre de Cheney fue vicepresidente durante el mandato del presidente George W. Bush y líder republicano en la Cámara de Representantes.
Al contrario que hace un año, Trump se enfrenta al proceso de destitución como un líder débil, tras perder la reelección y la mayoría republicana en el Senado.
Se dice que el líder de los republicanos en la cámara alta, Mitch McConnell, de Kentucky, está enojado con Trump y no está claro cómo se desarrollaría el proceso en el Senado.