Trabajadoras sexuales de Pichincha exigen a las autoridades permitir la reapertura de los locales para prestar sus servicios. Aseguran que ante la prohibición de funcionamiento de estos sitios se han visto obligadas a salir a las calles.
Alrededor de 50 trabajadoras sexuales se ubican en la calle Bolivia y 10 de Agosto, en el centro – norte de Quito, para ejercer su oficio.
«Yo pasé encerrada toda la cuarentena. Hasta lo último que tenía guardado se acabó. Se acabó la plata. ¿Yo que les digo a mis hijos? ¿No hay plata? ¿No hay comida? Lo único que tenemos aquí en la calle es discriminación»
Alexandra, trabajadora sexual
Estas mujeres trabajaban en los denominados centros de tolerancia, como bares, night clubs, entre otros. Pero tras la prohibición de reapertura de estos sitios se vieron obligadas a salir a las calles.
«Están repartidas en todos los sectores de zona industrial norte, Guamaní, la Mitad del Mundo, en la Amazonas. Comenzaron a caminar las compañeras porque necesitan trabajar», indica Lourdes Torres, presidenta de las trabajadoras sexuales de Pichincha.
Cuentan que el trabajo en la calle es mucho más peligroso. Por lo que piden a las autoridades autorizar que los lugares en que las acogían para realizar su labor puedan atender sin el expendio de bebidas alcohólicas, acotando las medidas de bioseguridad y solo para ejercer el trabajo sexual.
«Si el gobierno o las autoridades de turno no les dan una opción (…) Ellas lamentablemente van a tener que seguir en las calles», asegura Natalia Valverde , asesora jurídica de la Asociación Prodefensa Mujer.
En Quito hay cerca de 3 600 trabajadoras sexuales que atraviesan por los mismos problemas. Y que ahora exigen la ayuda de las autoridades para que puedan continuar con su trabajo en un lugar seguro.
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