Después de los aplazamientos de las grandes citas del deporte mundial, y en especial del calendario ciclista hasta nuevo aviso, el mundo del deporte y del pedal gira la mirada hacia la carrera de las carreras, el Tour de Francia. Solo las 2 grandes guerras del siglo XX consiguieron parar el pelotón. ¿Lo conseguirá ahora la pandemia del coronavirus?.
Es la gran pregunta que flota en el aire. «El Tour es el Tour». Esa corta frase significa mucho para el ciclismo y toda la sociedad francesa. La organización espera, reflexiona, mira las cifras diarias de la pandemia, estudia cada minuto de cada día, pero a día de hoy, se mantiene la fecha de la celebración de una carrera única: del 27 de junio al 19 de julio.
El azote del coronavirus ha destrozado el calendario ciclista. No habrá Giro, ni clásicas, los Juegos han claudicado a la pandemia. Pero el Tour aguanta mientras el ciclismo tiembla. Un deporte que vive de los patrocinadores tiembla por los cuatro costados. Los equipos ven las orejas al lobo, los organizadores frustrados, y los ciclistas se entrenan en casa.
Si existe alguna unanimidad en el mundo del ciclismo, se refiere a la necesidad de suspender las pruebas que hagan falta porque la prioridad es la salud mundial, y no el cumplimiento de un calendario. Así se ha manifestado el pelotón, que acepta la situación excepcional que vive el mundo, desde Chris Froome, Alejandro Valverde, Egan Bernal o Thibaut Pinot.
Solo las bombas han parado el Tour de Francia. La I Gran Guerra lo detuvo entre 1915 y 1918, y la Segunda Guerra Mundial entre 1940 y 1946. El virus bélico fue implacable para Francia, como ahora amenaza serlo el coronavirus.
Mientras se esperan acontecimientos, la ministra de Deportes de Francia, Roxana Maracineanu, ha defendido la importancia del Tour, y entre el Gobierno galo y la organización de la carrera, ASO, se buscan opciones para la carrera, otros planes, que podrían pasar por una versión simplificada del Tour y con una distancia de seguridad entre el público y la caravana ciclista.
Como precedente, la reciente París Niza, última carrera disputada este año. La Carrera del Sol se redujo en una etapa y se impuso el aislamiento de la caravana en zonas de salida y meta. En el marco de esa prueba, el director del Tour, Christian Prudhomme, dijo: «Solo dos guerras mundiales han detenido el Tour de Francia. Aún faltan más de cien días para el inicio del Tour. El hambre por la carrera será inmensa una vez que se reanuden las actividades».
Algunas voces críticas ya han salido en contra de la posibilidad de celebrar el Tour a toda costa, como la del cinco veces ganador en París, Bernard Hinault.
«No podemos darnos el lujo de decir que mantener el Tour a toda costa’. No depende de mí decidir y todavía hay tiempo, pero tenemos que preguntarnos si es razonable dejar que la gente bordee las carreteras si aún hay riesgos. El Tour es de decenas de miles de espectadores cada día».
Los ciclistas esperan y temen la posibilidad de que se celebre un Tour de dos velocidades. Los ciclistas en Bélgica y en algunos otros países europeos todavía pueden entrenar al aire libre, pero los ciclistas italianos, españoles y franceses no pueden.
Los equipos y patrocinadores. Ese es otro cantar. El patrón del Deceuninck-QuickStep, Patrick Lefevere, el más veterano del ciclismo mundial, advirtió de los problemas económicos que pueden afectar a los equipos. » Si no hay Tour de Francia, todo el modelo de ciclismo puede colapsar».
De momento, toca esperar. Empieza una contrarreloj crucial para tratar de evitar que la guerra del virus pare de nuevo el Tour de Francia. La salud ante todo, pero las cifras mandan, y el día a día marcará la pauta para una decisión histórica. EFE