«A ratos quisiera estar viviendo una pesadilla de la que voy a despertar. Pero no es una pesadilla, es real me arrebataron a mis hijos de la peor forma«, señaló Luis Arroyo, padre de Ismael y Josué, dos de los cuatro niños asesinados en Ecuador.
El padre relató, a BBC Mundo, el horror que tuvo que vivir él y su familia desde que los cuatro niños, entre ellos sus hijos desaparecieron, el pasado 8 de diciembre, tras ser detenidos por militares de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, en el sector Las Malvinas.
Los jóvenes, Ismael, de 15 años, y Josué, de 14, fueron encontrados incinerados, el 24 de diciembre del 2024, junto a Nehemías Arboleda, de 15 años, y Steven Medina, de 11 años en una zona agreste de Taura, en Guayas.
Sin embargo, la confirmación de sus muertes llegó el 31 de diciembre de 2024, después de que la Fiscalía General del Estado identificara los cuerpos a través de pruebas de genética forense.
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Luis Arroyo recordó el dolor que sintió el día en que el fiscal del caso les confirmó la muerte de los menores: «Voy a ser transparentes con ustedes, no les voy a mentir en nada. Lamentablemente los cuerpos que fueron hallados en Taura sí son sus familiares, son sus hijos», les dijo el fiscal el caso el 31 de diciembre. «Eso fue horrible, ahí mi mujer casi se muere. Fue espantoso«, señaló Luis Arroyo.
Luego tuvo que ir a Medicina Legal para reconocer los restos. «Reconocí a uno de mis hijos por los pies, porque la cabeza no estaba. Al otro solo le dejaron una manito, un dedito, parte del cráneo y el pelo», contó el padre a la BBC.
«Mi esposa no quiso verlos, ella estaba enferma y la dejé en casa. Yo preferí que ella no los viera. Al niño de 11 años, Steven, lo reconoció su padre. Me dio mucha pena ver todo lo que han hecho. Al niño Nehemías lo vio su tío, y él lo reconoció por los brackets y el pelito. Porque él estaba más completo que los otros», añadió Luis Arroyo.
Además, él indicó que sus hijos tenían grandes sueños. Ismael soñaba con ser futbolista profesional. «Siempre me decía: ‘Papá, yo voy a llegar a jugar fútbol profesional, voy a viajar por el mundo, te voy a comprar una casa a ti y a mamá. Yo los voy a sacar de aquí‘».
«Y a mi otro hijo, Josué, a él le encantaba la pelota, pero le gustaba más el estudio. Y él también decía: ‘Mamá yo te voy a comprar una casa, yo te la voy a comprar primero que Ismael, ya vas a ver‘», relató su padre.
Luis Arroyo pide que haya justicia y la muerte de sus hijos no quede en la impunidad. Ellos están en un nuevo lugar, porque yo sé que Dios los tiene arriba en el cielo, son unos angelitos, siempre los voy a amar y no voy a descansar hasta que se haga justicia. Sus muertes no van a quedar impunes.
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