Luis Ati: ‘Pido que encuentren a quienes le apagaron los ojos a mi hija, que me quitaron la vida’

“Nadie sabe cómo me siento. Quiero que se busque y se juzgue a la persona que realizó este hecho para que mi hija pueda descansar en paz”. Que se haga justicia. Ese es el deseo de Luis Ati, padre de la subteniente Aidita Pamela Ati Gavilánez, víctima de femicidio en la Brigada de Selva 19, dentro del Fuerte Militar Napo.

Aidita Ati tenía 25 años y era la primera de dos hermanos. “Era mi primer tesoro, yo a ella la concebí tras un tratamiento de tres años”, cuenta su padre con lágrimas en los ojos. “Mi nena era lo que esperaba en mi matrimonio, lo que Dios me dio, pero unas inescrupulosas personas me quitaron”, dice consternado.

La subteniente del Ejército fue víctima de femicidio el sábado 29 de junio del 2024, al interior de su dormitorio, en la Unidad de Brigada donde cumplía funciones como Oficial de Intendencia. La autopsia reveló que murió por asfixia mecánica.

Por este caso se encuentran procesados cuatro militares a quienes una jueza otorgó medidas alternativas a la prisión preventiva. Ellos podrán defenderse en libertad, lo que preocupa al padre de Aidita. En entrevista con Teleamazonas.com, Ati señaló que por la ubicación geográfica del Fuerte Militar, el riesgo de fuga es inminente ya que está junto al río Napo y cerca de la frontera con Colombia.

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El padre de la víctima señala que al interior de la Brigada de Selva Napo pasa “un río navegable para poder irse, tranquilamente, sin salir de la prevención”. En caso de que los cuatro presuntos femicidas huyan, Ati responsabiliza, principalmente, al Ejército y al Comandante de la Brigada 19 Napo.

“Pido que escuchen esta voz de padre, este dolor que siento para que se encuentre al culpable, nada más. Que se juzgue con la ley que le corresponda, porque la justicia divina tarde o temprano llegará”, señala.

‘No me puedo explicar por qué nadie vio o escuchó nada’

El padre de la víctima es militar jubilado. En el diálogo hace un recuento de cómo funciona la seguridad al interior de las entidades castrenses y no se explica cómo ocurrió el presunto femicidio de su hija.

Sin embargo, no cree que exista un espíritu de cuerpo en el Ejército, ya que fueron las autoridades quienes proporcionaron los nombres de los sospechosos.

A continuación el testimonio de Luis Ati, padre de Aidita:

“Tengo la percepción de que en una Unidad Militar, donde están uniformados con un criterio para ingresar no es posible que se den este tipo de hechos. Para uno ingresar a las filas del Ejército y para ser miembro de las Fuerzas Armadas, cada individuo pasa un proceso de selección que consiste en pruebas psicológicas, académicas, médicas, físicas… en otras palabras tiene que estar en condiciones perfectas para poder ingresar a una escuela de formación para ejercer como profesión la parte militar.

Yo fui militar y sé que en toda unidad militar hay una guardia las 24 horas, entonces no tengo lógica para explicar por qué nadie vio, nadie escuchó, nadie dijo nada.

No creo que haya un espíritu de cuerpo, no lo puedo asegurar. Yo no he hecho ninguna acusación, las acusaciones salen de los propios miembros de las Fuerzas Armadas y de la Unidad donde sucedió este macabro hecho.

El pero viene en la respuesta por parte del Estado. Normalmente la Fiscalía requiere que estén con prisión preventiva los cuatro presuntos autores de este caso. La jueza no admite eso y les da libertad condicional. Es una falla de la justicia.

Después de la sentencia de la jueza no he tenido ningún contacto, repuesta o conversación con el Ejército. Ellos me brindaron el apoyo para poder trasladar a mi hija desde Lago Agrio hacia El Coca, de ahí a Quito. Me ayudaron a que se active el seguro de mortuoria que dispone todo militar. No he tenido ningún otro tipo de apoyo.

‘Mi hija cumplió su sueño de servir a la Patria’

“Yo pido que se encuentre al culpable o a los culpables que le apagaron los ojos a mi hija, que me quitaron la vida a mí. Nadie sabe cómo me siento, nadie sabe mi palpitar, nadie puede decir lo que me está sucediendo. Quiero que se busque y se juzgue a la persona que realizó este hecho para que mi hija pueda descansar en paz.

Mi hija cumplió su sueño. El sueño de ella era servir a nuestra Patria siendo militar del Ejército. Ella estaba cumpliendo sus funciones como oficial de Intendencia en el grado de subteniente. Siempre ha sido una chica alegre, educada, respetuosa, por los valores que le hemos dado.

Y eso no lo digo solo yo. Eso lo dicen todas las personas que le conocieron, los que militaron con ella y fueron compañeros de ella por cuatro años en la Escuela Militar. Eso pueden decir mis vecinos del barrio, eso puede decir todo el mundo.

Mi hija fue el oro más preciado que tuve en la vida, pero le cerraron los ojos. Por eso, lo único que pido, y seguiré pidiendo hasta las últimas instancias, es que se haga justicia y que no quede impune su muerte

Ahora ha sido ella, pero mañana será tal vez la hija de alguien, la esposa, una vecina, mañana será otra mujer”.

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