La inseguridad y violencia son considerados entre los mayores retos a resolver en Ecuador y otros países de Sudamérica. Y para ello, no es menos cierto que la tecnología jugará un papel importante en el accionar policial.
De hecho, según el informe del Programa de Estado de Derecho Peter D. Bell y el Banco Interamericano de Desarrollo, la transformación policial es un desafío con miras al 2030.
En este desafío en materia de seguridad de cara a la próxima década también se suman retos como promover una acción policial menos reactiva; y, por otro lado, consolidar el modelo de policía comunitaria.
Para el funcionamiento interno de las policías se prevé una formación policial y la adopción de tecnologías que prioricen la prevención. Con ello se prevé una baja incidencia de delitos.
La ONU, además, recomienda que para garantizar la seguridad ciudadana existan 2,8 policías por cada 1.000 habitantes. La región tiene un promedio de 3,7, lo que hace cuestionar si, ¿es necesario tener más policías o personal mejor calificado y equipado?
Las decisiones, en este sentido, deben ir direccionadas a efectivizar el concepto de “policía moderna”, caracterizada por su formación en DDHH para disuadir la violencia, indica Lisseth Moreira, especialista en comunicaciones profesionales para seguridad de Hytera.
Y, por otra parte, se debe contar con equipos eficientes que permitan responder a tres momentos: seguridad preventiva, de flagrancia y de análisis para la toma de decisiones.
Innovación en tecnología
Adaptar y adoptar las innovaciones tecnológicas en materia de seguridad es prioritario en los contextos locales, donde deben ser entendidas como una herramienta que facilita y permite mejorar el acceso a la información del crimen realizado, pero también de los factores que permiten la prevención del mismo.
La policía moderna es aquella que utiliza la tecnología y los datos a su favor. Para ello sugiere tecnología como radios de comunicación convergente, vehículos, dispositivos multimodo y herramientas tecnológicas que permitan a los policías compartir información, voz, videos, identificación facial y otros datos de inteligencia en tiempo real.
Moreira asegura que la tecnología debe estar al servicio de la búsqueda de evidencia para la toma de decisiones confiables. “Eso implica ir más allá de la generación de los datos, para permitir, en cambio, que los datos den pie a rigurosos análisis para la disuasión y la anticipación del delito, para el esclarecimiento judicial y para la creación de nuevos indicadores, que permitan, a su vez, visibilizar otros problemas no evidentes”, concluye el informe.
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