La variante delta del coronavirus prácticamente cambió las reglas del juego por su capacidad de contagio mucho mayor al virus original.
La transmisibilidad de la variante Delta causó brotes de COVID-19 similares a los que se vivieron a inicios de 2020, cuando la pandemia iniciaba y no había una forma de enfrentarla además de las medidas de bioseguridad.
Los científicos y el público en general se preocuparon por la efectividad de las vacunas contra la variante Delta del coronavirus.
En ese sentido, los expertos afirman que Sputnik V, la vacuna desarrollada por Rusia, tiene una efectividad entre el 83% y el 94% en contra de la variante Delta del coronavirus.
Según el portal de noticias RT, “»Al mismo tiempo, la eficacia [contra la cepa Delta] de Pfizer y Moderna, según los datos de las universidades estadounidenses e israelíes, oscila entre poco más del 40% y el 52%, lo que es, por supuesto, significativamente peor», destacó Alexánder Guíntsburg, director del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú, que ha desarrollado el fármaco.
El proceso de vacunación es el único camino que permitirá a los países salir adelante y superar la etapa más crítica de la pandemia. En varias naciones se reportó la disminución drástica de hospitalizaciones por COVID-19 gracias al número de dosis administradas.
El mejor ejemplo de ello es Israel, que vacunó a la mayoría de su población a tal punto que relajó las medidas restrictivas y cuando tuvo un rebrote por la variante Delta, pudo manejar la situación sin desbordar su capacidad hospitalaria