¿Ha acabado la luna de miel iniciada en 2017 en el París Saint-Germain entre el brasileño Neymar y el joven prodigio francés Kylian Mbappé? Los dos fichajes más caros de la historia, que cumplen su quinta temporada juntos, emiten síntomas de fatiga en su relación.
El episodio que ha sacado a la luz el conflicto larvado ocurrió el pasado sábado, durante el partido contra el Montpellier, y fue revelado por la cadena de televisión Canal+, que ha leído los labios de Mbappé.
Tras ser sustituido, una vez en el banquillo, el francés no esconde su frustración y dice a un compañero: «Ese pordiosero no me la pasa».
La referencia, claramente dirigida al brasileño, ha abierto un nuevo frente en el vestuario del PSG en vísperas del duelo de Liga de Campeones contra el Manchester City, su verdugo en esa competición el año pasado. Un test que debe medir el momento en el que se encuentran los parisinos.
El club ha hecho todo lo posible por minimizar el roce. Los dos jugadores aparecieron hablando tras el duelo y en la sesión de entrenamiento del día siguiente se les vio riendo juntos, como queriendo decir que todo va bien.
El equipo cuenta sus partidos ligueros por victorias, la integración de sus estrellas parece ir por el buen camino y el equipo comienza a vivir cierta estabilidad.
EL CITY COMO TERMÓMETRO
Una buena prestación contra el City ayudaría a borrar la mala imagen que dieron frente al Brujas hace dos semanas, que refrescó la teoría de que el nivel de la liga francesa no es un buen referente cuando se viaja por Europa.
Las palabras de Mbappé sobre Neymar pueden abrir otro frente. L’Équipe especula ya con un conflicto de más amplio calado, que la llegada del argentino Lionel Messi no ha hecho más que empeorar, al igual que la negativa del francés a renovar su contrato, que acaba a finales de esta temporada.
El idilio, especula el rotativo, puede haber acabado y Mbappé se siente desplazado en un vestuario donde el sector latino ha ganado peso progresivamente y donde él no encaja.
LA RELACIÓN HA IDO OXIDÁNDOSE
La conexión entre el galo y el brasileño, que parecía rodar a las mil maravillas, ha ido oxidándose sin que entre ellos se hayan dado ninguna asistencia y el número de pases se ha reducido de forma sorprendente.
Los dos futbolistas llegaron casi a la vez al PSG para inaugurar una nueva era. Enseguida, nació una relación de privilegio que dejó un tanto apartado a la tercera pata entonces del tridente, el uruguayo Edinson Cavani.
Tanto en el terreno de juego como fuera, las muestras de afecto eran constantes y ninguno de ellos desaprovechaba la ocasión para ensalzar al otro.
COMO HERMANOS
«Somos como hermanos», llegó a decir Neymar en 2018; mientras Mbappé aseguraba que su compañero era «un regateador sin igual» capaz de «llevar al club a ganar títulos».
La llegada de Messi cambió sustancialmente el equilibrio dentro del vestuario. El seis veces ganador del Balón de Oro conocía ya a Neymar, con quien compartió vestuario en Barcelona entre 2013 y 2018, pero también tiene buena conexión con su compatriota Ángel di María, compañeros en la Albiceleste.
El propio entrenador, Mauricio Pochettino, reconoció la semana pasada que Mbappé tenía que encontrar un hueco en un ataque que tiene ya sus propios automatismos.
«Estamos en un momento en el que Leo, Ángel y Neymar se conocen, hay que integrar a Kylian en todo esto. Eso va a llevar un poco de tiempo», señaló el técnico argentino.
Un desafío para un equipo que debe buscar sinergias entre algunos de los jugadores con más talento del momento. El nivel de exigencia es enorme a causa de la nómina de estrellas que los propietarios cataríes del club han logrado reunir a orillas del Sena.
Además del reto deportivo, el club afronta otro, el de convencer a Mbappé de que París puede seguir siendo un lugar extraordinario para colmar sus elevadas ambiciones. El atacante tiene la sartén por el mango. EFE