Seguro muchos de nosotros sucumbimos en la niñez al delicioso sabor de esta harina de cebada, que, convertida en una colada, nos dejó dulces recuerdos.
Y aunque ya no es tan sencillo encontrarla en los mercados y en nuestras mesas, hay quienes se esfuerzan por no dejar que se pierda.
El proceso para elaborarla es largo, minucioso y por ello rico en historia y sabor, pero hoy en día también camina de la mano de la innovación.
Hacemos un recorrido por la provincia de Cotopaxi para conocer de primera mano la ruta de la máchica.