El rostro es mucho más que una carta de presentación; refleja el estado de ánimo y la salud de una persona. Esta es la parte del cuerpo más expuesta a elementos externos como la contaminación, los rayos solares y el estrés, lo que la hace especialmente vulnerable a diversos problemas como el envejecimiento prematuro, el acné y la irritación.
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Muchos factores culturales, sociales y económicos han hecho que a lo largo de la historia algunos hombres no hayan prestado atención al cuidado de su rostro, y es que en sociedades más tradicionales se les ha enseñado que la apariencia física y el cuidado personal son atributos más asociados a las mujeres. Esta percepción se ha mantenido por siglos, con el cuidado facial visto como un tema secundario para ellos.
En las últimas décadas, algunos factores han hecho que se dé un cambio en esta percepción. Entre ellos, el auge de las redes sociales, en donde muchos influenciadores masculinos promueven el cuidado de la piel como algo accesible y positivo; una creciente preocupación por el bienestar, sin importar el género y, finalmente, un mayor acceso a productos para el cuidado de la piel.
Tener una rutina no solo mejora la apariencia; además, contribuye a la salud general de la piel, ayuda a prevenir enfermedades cutáneas y mejora el bienestar emocional de las personas al generar una sensación de autocuidado y autoestima.
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