Con el maillot naranja y un casco blanco de su equipo, el Ineos británico, el ecuatoriano Richard Carapaz se entrena en su natal Carchi. El objetivo es claro: regresar a la competición para reeditar su triunfo hace un año en el Giro de Italia.
«Es como otra vez volver a empezar, estamos haciendo un período de acumulación, bastantes horas y con miras al calendario alternativo propuesto», explicó a Efe.
Este 2020 marcado por la pandemia del COVID-19, restricciones y entrenamientos virtuales con simuladores, ‘la locomotora de Carchi’ está en la ruta hacia su primera competición.
Será la Vuelta a Burgos, aún no confirmada pero que debería disputarse del 28 de julio al 1 de agosto. Después Polonia, con una carrera programada entre el 5 y el 9 de agosto, y al territorio italiano para el Tirreno-Adriático, del 7 al 14 de septiembre.
«El gran objetivo es hacer el Giro de Italia» llegar en «óptimas condiciones y tratar de hacer lo que he venido haciendo en los últimos años», refiere el ciclista.
En una carretera flanqueada por verdes colinas y campos de cultivo, Carapaz recuerda que hizo historia al arribar a Verona el 2019 con la maglia rosa.
Varios cambios de cara al Giro
«Al final ha sido un año diferente al que estamos acostumbrados», reconoce el último campeón del Giro. «El calendario se va a comprimir en solo tres meses y va a haber muchas sorpresas».
Por lo pronto, el Giro de Italia ya tiene fecha, se disputará entre el 3 y el 25 de octubre. Carapaz vislumbra como rival fuert al italiano Vincenzo Nibali, que buscará su tercer victoria en la prueba. También a los neerlandeses Tom Dumoulin que la ganó en 2017 y Steven Kruijswijk, que obtuvo un cuarto puesto en 2016.
El ecuatoriano, de 27 años, siente el respaldo del equipo Ineos, por el que fichó en septiembre de 2019 por tres temporadas.
«Disputar el Giro para mí ha sido algo muy importante, que me da más confianza para prepararme estos días con mucha más motivación».
Carapaz llegó el 6 de marzo a Ecuador. El confinamiento lo pasó con su esposa y dos hijos pequeños en su vivienda en la parroquia de Julio Andrade.
«Fueron unos momentos nuevos para mi, diferentes, porque nunca habíamos estado tantos días en casa, entrenando en la casa», rememoró sobre la cuarentena.
Su esposa, Tania Rosero, lo describe como compañero y papá «muy cariñoso», que disfruta pasear con sus hijos de 3 y 6 años y compartir en familia.
«Esperemos que se realice el Giro. Richard sale a entrenar con disciplina todos los días mientras nosotros lo apoyamos desde casa», menciona. EFE