La destrucción de una represa reaviva el odio a los rusos en Jersón, Ucrania

«Un buen ruso es un ruso muerto», dice  Viktor, un residente de Jersón, la ciudad del sur de Ucrania que teme inundaciones tras la destrucción parcial de una represa a 80 kilómetros de distancia, en un zona ocupada por los rusos.

Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de haber volado la represa de Nova Kajovka este martes de madrugada.

Esta infraestructura abastece de agua a la región y a la península de Crimea, anexionada por Rusia, más al sur, pero también sirve para enfriar la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, ocupada también por los rusos.  

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Para los habitantes de Jersón, que en noviembre fueron liberados de la ocupación rusa después de una contraofensiva ucraniana, si su ciudad está ahora amenazada por las aguas solo hay un culpable: Rusia.

«La inundación está justo ahí, frente a nuestros ojos. Nadie sabe lo que puede pasar de ahora en adelante. Un buen ruso es un ruso muerto, no puedo decir nada más», afirma Viktor en ruso, llevando un gorra y gafas, bajo un sol de verano.  

Vive en un barrio a orillas del río Kocheva, un afluente del Dniéper donde el agua ha subido dos o tres metros, según varios residentes entrevistados por un periodista de AFP. 

En esta parte se ven cobertizos y garajes inundados y agua en los callejones.

«Había disparos y ahora inundaciones»

Liudmila ya ha cargado su lavadora y algunas pertenencias personales en un remolque para llevarlas a una zona más alta de la ciudad. 

También expresa su odio hacia los soldados rusos que ocupan la otra orilla del Dniéper, justo enfrente, desde donde bombardean regularmente Jersón y sus alrededores desde que tuvieron que retirarse en noviembre ante la ofensiva ucraniana. 

Según el gobierno de Kiev, el ejército ruso hizo estallar la represa en un intento de «ralentizar» la próxima contraofensiva que el ejército ucraniano ha estado preparando durante meses con el objetivo de retomar todos los territorios del sur y el este ocupados por Rusia. 

«Estos orcos  [un apodo ofensivo dado a los rusos] ¡deben huir más rápido, hay que cazarlos! ¡Esto no es una vida! ¡Había disparos y ahora inundaciones!», clama, mientras a lo lejos se oyen disparos de artillería.  

Sergii, otro residente de la ciudad, teme que todo el vecindario termine bajo el agua, aunque por el momento son los edificios en la orilla los más afectados.  «Aquí se va a morir todo, los animales, los pájaros, todo», lamenta.

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