Nació en Londres el 21 de abril 1926 y pese a que no estaba en línea de sucesión directa al trono tras la abdicación de su tío Eduardo VI, la asunción y posterior fallecimiento de su padre Jorge VI cambió todo.
Isabel II gobernó por siete décadas, la monarquía ‘más larga de Reino Unido’ y la segunda más extensa de la historia. Este 8 de septiembre del 2022 falleció a los 96 años en Escocia.
El 13 de octubre de 2016 se convirtió en la reina y jefa del Estado viva con más años de reinado, tras la muerte del rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej, que dirigió los destinos del país asiático durante 70 años y 126 días.
Pese a este hito, Isabel II se queda aún lejos de superar al rey con el reinado más largo registrado en la historia, Sobhuza II, que reinó en Suazilandia entre 1899 y 1982, durante 82 años y 254 días.
Durante su reinado, la reina del Reino Unido vivió la II Guerra Mundial, departió con 15 primeros ministros y ha sido testigo de multitud de cambios.
En 2012 celebró por todo lo alto su Jubileo de Diamantes, acompañada de su fiel esposo, Felipe, príncipe de Edimburgo, fallecido en abril de 2020, y el pasado 6 de febrero conmemoró sus 70 años en el trono con el Jubileo de Platino.
Tras haber presenciado durante el siglo XX la desmembración del Imperio Británico, Isabel II estuvo a punto de perder en 2014 una parte clave de su reino, con el referéndum de Escocia del 18 de septiembre, cuando rompió su impuesta neutralidad para pedir reflexión a los británicos.
Isabel II y su tatarabuela Victoria
Separadas casi por un siglo, Isabel II (1926-2022) y la reina Victoria (1819-1901) comparten, además del récord de permanencia en el trono, haber presenciado grandes cambios sociales y cosechado una gran popularidad pese a momentos difíciles.
Sin embargo, sus reinados fueron muy diferentes, y si Victoria rigió con autoritarismo sobre un vasto imperio, Isabel II tuvo que adaptarse a la reducción de sus dominios y a la sociedad democrática y multicultural que es hoy el Reino Unido.
Con el nombre de Victoria, y su consorte el príncipe Alberto, se bautizaron innumerables localizaciones geográficas, desde lagos y cascadas en África a ciudades en Texas (EE UU) y Canadá, vastos estados en Australia, paradisíacas islas en el Índico e incluso una sección de la Antártida.
Isabel II ha sido una reina más viajera que Victoria, quien, aunque en su imperio «jamás se ponía el sol», solo visitó Francia, Italia, Alemania e Irlanda en sus 63 años en el trono.
El papel de los consortes
Para las dos longevas monarcas, el papel de los consortes ha sido clave, si bien en el caso de Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, padre de los nueve hijos de Victoria, fue más de asesor, y más discreto el del príncipe Felipe (pese a sus frecuentes meteduras de pata).
Otro aspecto que une a Victoria y a su tataranieta Isabel II, además de su afición a pasar largas temporadas en el castillo de Balmoral (Escocia), es el respeto que sus reinados han despertado.
Victoria, la primera reina en ser fotografiada y filmada, obtuvo el aprecio de sus súbditos después de un periodo de impopularidad cuando se retiró de la vida pública tras la muerte en 1861 de su marido, que no llegó a ganarse el afecto del pueblo.
En una época de mucha mayor exposición mediática, Isabel II ha logrado con su seriedad y esfuerzo labrarse el respeto y cariño de los británicos, superando duros golpes para la monarquía como divorcios y escándalos en su familia, incluida la muerte de Diana de Gales.
Al igual que Victoria fundó la era victoriana, es de esperar que los historiadores pronto hablen de una nueva era isabelina, marcada por una familia real muy profesionalizada que, gracias a sus buenos publicistas, se ha convertido en un activo exportable para el Reino Unido.
Agencia EFE
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