Quito intensifica operativos contra la propagación del COVID-19

Las autoridades de Quito continúan sus esfuerzos en el sur de la ciudad para contener la aglomeración de personas y actividades no autorizadas.

El fin es contener la curva de contagios en la capital ecuatoriana, que ya suma 13.342 positivos.

En las últimas horas patrullas de efectivos del Ejército y agentes de la Policía Nacional y municipales llevaron a cabo varios operativos.

Lo hicieron especialmente para impedir las muestras de desobediencia de la población a las medidas de distanciamiento social dictadas por las autoridades.

«El virus está cada vez más cerca de todos», advirtió este viernes a Efe la Supervisora de la Agencia Metropolitana de Control, Estefanía Grunauer.

Destacó que entre los siete barrios críticos, figuran el de Calderón, al norte de la urbe, el Centro Histórico y La Magdalena, en el sur.

Operativos del Ejército, Policía y Municipio

«Los controles se dividieron: tres parroquias para los militares, tres para la Policía y dos para el Municipio, en el Centro Histórico y en La Magdalena», añadió la funcionaria del Ayuntamiento quiteño.

En estos sectores se han registrado numerosos incumplimientos de las medidas de bioseguridad, en particular por personas que beben en la calle, mientras que en Calderón los controles han reportado un 38 % de personas que incumplen la obligación de llevar mascarillas.

Fiestas clandestinas

El Municipio indica que hay un aumento de incumplimientos por parte de jóvenes que realizan fiestas y reuniones clandestinas, donde no emplean utensilios de protección sanitaria, o practican deporte en espacios abiertos sin respetar el distanciamiento.

«En fiestas clandestinas hemos encontrado a personas desde menores de edad hasta los 25 años», reveló Grunauer.

Con una población de tres millones de habitantes, Quito tiene una extensión aproximada de 50 kilómetros en sentido sur-norte y 8 de ancho de este a oeste.

Además, un casco histórico que divide una parte monumental y con un trazado urbano más regular hacia el norte, de una urbanización más caótica en el sur.

Por esta razón, en los barrios suereños las fuerzas tienen que adentrarse en callejuelas y espacios de difícil acceso.

Aquí las concentraciones están a la orden del día y apenas existe capacidad para mantener un distanciamiento social de dos metros.

Llamado a la responsabilidad

Las autoridades han llamado a la corresponsabilidad de la población, en momentos en los que existe «un déficit de camas en las unidades de cuidados intensivos» de Quito.

«No es solo cuestión de acatar las órdenes, es una situación de vida o muerte», enfatizó la funcionaria del Ayuntamiento.

Desde comienzos de junio y tras casi cuatro meses de cuarentena, Ecuador empezó a aliviar las restricciones para afrontar la pandemia de coronavirus.

Puso en marcha un mecanismo de desescalada, denominado «semaforización epidemiológica», para ampliar el margen de movilidad humana, laboral y productiva.

La medida permitió pasar del aislamiento masivo al distanciamiento físico, en medio de un estado de excepción decretado por el presidente Lenín Moreno el 16 de marzo y que ha sido extendido en varias ocasiones.

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Sin embargo, la desescalada en Quito ha provocado un aumento de casos y la situó a la cabeza de los contagios a escala nacional.

Quito acumula 13.342, frene a Guayaquil que suma hoy 11.961, pese a haber sido epicentro del virus entre marzo y abril.

«En semáforo rojo multamos por el tema de mascarillas como a 2.700 personas y ahora tenemos más 10.000», constató Grunauer, si bien, matizó que hay que tener en cuenta que en el primer escenario la población no tenía permitido salir de sus hogares.

EFE