¿Qué es la nieve rosa, que tiñe los bordes de la Antártida?

Actualizado 11:10

Redacción Teleamazonas.com, EFE |

En las laderas del Monte Reina Sofía, en la Antártida, un espectáculo inusual ha captado la atención de científicos y observadores: la nieve se ha teñido de un llamativo color rosa. Este fenómeno, conocido como “sangre de los glaciares” o “nieve de sandía”, no es nuevo ya fue documentado por Aristóteles hace más de 2.300 años, pero su creciente presencia en el continente helado está generando preocupación en la comunidad científica.

La responsable de esta coloración es una microalga roja llamada Sanguina nivaloides, que prolifera sobre la nieve gracias a las condiciones cálidas impulsadas por el cambio climático. Estas algas, de apenas 20 milésimas de milímetro, contienen un pigmento llamado astaxantina, el mismo que da su tono al salmón, que les permite protegerse de la radiación ultravioleta mientras realizan la fotosíntesis.

Cuando las temperaturas suben, especialmente en el verano antártico, las algas “despiertan” de su estado latente y se multiplican, tiñendo la nieve de rojo.

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Un fenómeno colorido con raíces antiguas

Aunque el resultado es visualmente impactante, sus implicaciones son inquietantes. La nieve blanca refleja hasta el 90% de la luz solar, ayudando a mantener bajas las temperaturas. Sin embargo, la superficie rosada absorbe más calor, reduciendo el albedo la capacidad reflectante y acelerando el deshielo.

Este ciclo se retroalimenta: el calentamiento global favorece la proliferación de las algas, y estas, a su vez, intensifican el derretimiento, contribuyendo a la pérdida de hasta dos millones de toneladas de nieve cada verano en la región.

Investigadores como José Ignacio García, de la Universidad del País Vasco, lideran proyectos para estudiar este fenómeno en la Isla Livingston, cerca de la Base Antártica Española Juan Carlos. Su trabajo busca entender cómo estas microalgas, junto con otras de tonos verdes o púrpuras, están transformando el paisaje antártico y agravando los efectos del cambio climático.

“El blanco inmaculado de la Antártida está en riesgo”, advierte García, mientras recoge muestras que parecen un “granizado de sandía”.

La nieve rosa no es exclusiva de la Antártida; también se observa en regiones como los Alpes, Groenlandia y el Ártico. Sin embargo, su aumento en el continente más frío del planeta es un recordatorio de cómo el calentamiento global está alterando incluso los ecosistemas más remotos. Lo que podría parecer una curiosidad natural es, en realidad, un síntoma de un problema mayor que amenaza el equilibrio del planeta.

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