Un equipo de investigadores españoles ha descubierto los factores genéticos que contribuyen a que algunos pacientes con cáncer que son tratados con uno de los fármacos más comunes para combatir la enfermedad ( la capecitabina) desarrollan una reacción cutánea muy adversa conocida como el síndrome «mano-pie».
El hallazgo logrado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) abre la vía para poder clasificar a los pacientes en función de su riesgo genético a desarrollar esta toxicidad, a quienes se les podrían aplicar medidas preventivas como la disminución de la dosis o el tratamiento con fármacos alternativos.
La capecitabina es un agente de quimioterapia usado comúnmente en el tratamiento del cáncer de mama y el cáncer colorrectal.
El medicamento aumenta en torno a un 10 por ciento la esperanza de vida de los pacientes tratados con este fármaco, ha informado el CNIO en una comunicación difundida hoy.
Síndrome «mano pie»
Sin embargo, casi la mitad de los pacientes desarrollan el síndrome «mano pie» (una «eritrodisestesis palmoplantar»), una reacción cutánea adversa que puede presentar síntomas que pueden llegar a ser graves.
Hasta un 17 por ciento de los pacientes desarrolla la forma más severa de la enfermedad, en la que pueden llegar a experimentar un dolor intenso en las extremidades que les incapacita para usar las manos o incluso caminar.
Acciones
Esto hace necesario reducir la dosis o incluso suspender el tratamiento, con las graves consecuencias que representa para los pacientes oncológicos, ha observado el CNIO, que ha subrayado la importancia de encontrar marcadores que identifiquen qué pacientes desarrollarán esta toxicidad antes de iniciar el tratamiento.
Un equipo liderado por Anna González-Neira, jefa de la Unidad de Genotipado Humano del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), ha identificado las variantes genéticas que harían que determinados pacientes tengan esa predisposición genética a experimentar esa reacción adversa con la capecitabina.
El trabajo, cuyas conclusiones se han publicado en la revista Clinical Pharmacology and Therapeutics, ha consistido en analizar más de 600.000 variantes genéticas distribuidas en el genoma de 166 pacientes que habían recibido ese tratamiento en tres grandes centros: el Hospital Universitario Gregorio Marañón, el Hospital Virgen de la Victoria y el Hospital Clínico San Carlos.
El equipo observó que determinados pacientes, precisamente aquellos que desarrollaban síndrome mano-pie tras ser tratados con ese fármaco, poseen unas variantes genéticas determinadas.
Además, ha subrayado que esos marcadores podrían ser utilizados para clasificar a los pacientes con mayor riesgo genético a desarrollar esa toxicidad.