Entre los pasillos del centro penitenciario La Joya, en Panamá, los guardias vieron a un perro deambulando y lo detuvieron para investigar qué hacía en el lugar.
Cuando los guardias revisaron al perro se dieron cuenta que el animal tenía una carta atada a su cuello y en el documento se detallaba la venta de supuestas sustancias ilícitas dentro de la cárcel, además había saludos cordiales entre los reos y por último, quien haya escrito el mensaje, pedía que le ‘marcaran’ si es que necesitaban algo.
Es entonces que las autoridades de la cárcel determinaron que el perro ejercía como cartero entre los reos, quienes lo utilizaban para comunicarse a pesar de las restricciones y además sospechan que incluso pudo haber sido usado para el intercambio de artículos y sustancias ilegales.
“Seguimos reforzando la seguridad para evitar que este tipo de anomalías se efectúen en los penales, con el uso recurrente de animales para el trasiego y venta de sustancias ilegales, por lo cual estamos tomando los correctivos pertinentes”, dijo Andrés Gutierrez, director del Sistema Penitenciario de Panamá.
Las acciones conjuntas con la Policía permitieron la detención del perro y los resultados de esas actividades fueron detallados en un comunicado emitido desde las autoridades de la cárcel, la segunda más grande de Panamá, en el que además figura la foto del perro que era usado como cartero.