El doctor Danny Avula, director de la campaña de vacunaciones contra el COVID-19 del estado de Virginia, sospechó que podría tener problemas para conseguir que los pastores apoyasen ese esfuerzo cuando miembros de su propia iglesia lo definieron como “la marca de la bestia” –una referencia bíblica a una alianza con el diablo– y el pastor no supo cómo responder.
“Muchos pastores, dependiendo de dónde se encuentran sus congregaciones, no quieren meterse con la vacuna porque es un tema tan fuerte, que genera críticas inmediatas de parte de un sector de la comunidad que no está de acuerdo” con ellas, expresó Avula.
En todo el Bible Belt (Cinturón de la Biblia, como se conoce a la región del sudeste de Estados Unidos con gran presencia evangélica), donde hay un enorme brote de la variante delta del virus, las iglesias y sus pastores ayudan y también entorpecen la campaña de vacunaciones.
Guardan silencio sobre el tema
Algunos organizan ellos mismos vacunaciones y rezan para que la gente se inocule, mientras que otros pronuncian feroces sermones en contra de las vacunas desde sus púlpitos. La mayoría, no obstante, guarda silencio sobre el tema, algo que los expertos consideran una gran oportunidad perdida en una parte del país donde la iglesia es la principal influencia espiritual y social de muchas comunidades.
Eso quedó en evidencia recientemente en Birmingham, donde la Primera Iglesia Bautista de Trussville registró un brote del virus tras el festejo de su 200mo aniversario. El pastor prometió que habría tapabocas y mucha limpieza, pero no dijo “vacúnense”.
Algunos líderes religiosos hablan abiertamente de su oposición a las vacunas y generan mucha atención, como Tony Spell, quien ignoró en reiteradas ocasiones las restricciones a los servicios en persona en su iglesia de Baton Rouge, Luisiana. En sus sermones dice que las vacunas son “demoníacas” y asegura que el gobierno “no nos obligará a cumplir con órdenes del diablo”.
Esas figuras, no obstante, parecen ser más bien marginales, según el teólogo Curtis Chang, quien dice que la mayoría de los pastores se abstiene de hablar de las vacunas para no agitar el avispero en medio de una pandemia y de las divisiones políticas.
“Diría que la gran mayoría está paralizada o se calla porque es un tema muy divisivo”, manifestó Chang, quien ha sido pastor de varias iglesias y enseña en la Duke Divinity School.
Un estudio de la Asociación Nacional de Evangélicos determinó que el 95% de los líderes evangélicos planean vacunarse, pero pocos promueven la vacunación desde el púlpito.
Feligreses evangélicos se niegan a vacunarse
Esa disparidad es importante debido a que las tasas de vacunación en el Bible Belt son generalmente bajas. Los feligreses del sur y el centro del país constituyen un bloque formidable que resiste los llamados a vacunarse del gobierno y de las autoridades sanitarias. Si bien hay muchos afrodescendientes e hispanos que no se han vacunado, la cantidad de evangélicos blancos que se resisten a hacerlo es particularmente alarmante, según las autoridades.
Una encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research de marzo indicó que el 40% de los protestantes evangélicos blancos no pensaban vacunarse, comparado con el 25% del resto del país, el 28% de los blancos de la corriente principal del movimiento protestante y un 27% de los protestantes no blancos.
Algunas figuras eclesiásticas de proyección nacional, como T.D. Jakes, Franklin Graham y J.D. Greer, han hablado en público a favor de las vacunas, pero no lo han hecho en forma sostenida, como para alentar a otros a que lo hagan, indicó Chang.
La Primera Iglesia Bautista de Trusville tomó varias medidas para contener la propagación del virus, incluida la recomendación de seguir las orientaciones de los servicios de salud pública y la de limitar los actos en persona, de acuerdo con su portavoz y administrador Alan Taylor. Pero en lo que a las vacunas se refiere, los líderes religiosos las consideran “una decisión personal”.
“Cuando me lo preguntan, digo que es lo indicado para mí y para mi esposa”, señaló Taylor, quien se contagió del COVID-19 a pesar de haberse vacunado. “Creo firmemente que me ayudó cuando me infecté”.
La historia se repite en Mississippi y Georgia, donde algunas iglesias están volviendo a ofrecer servicios por la internet y algunos pastores empiezan a hablar de la necesidad de vacunarse.
Más de 200 líderes religiosos de Missouri fueron más lejos todavía al aumentar los contagios el mes pasado, firmando un comunicado en el que se exhorta a los cristianos a vacunarse siguiendo el mandamiento bíblico de “ama a tu prójimo como a ti mismo”. El alcalde de Springfield Ken McClure dijo que las vacunaciones aumentaron significativamente después de que el pastor de una gran iglesia declaró en su sermón que había que vacunarse.
La doctora Ellen Eaton, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Alabama, en Birmingham, dijo que las iglesias podrían ser muy útiles promoviendo la noción de que las vacunas son una forma “de amar al prójimo durante la pandemia”.
“Muchos sureños son muy apegados a sus pastores y a sus comunidades religiosas”, manifestó. “Mucha gente aquí en Alabama acude a sus líderes eclesiásticos cuando tiene problemas de salud”.
El pastor de una iglesia bautista moderada de la región de Birmingham pidió en su sermón una intervención divina para alentar las vacunaciones.
“Te pedimos, Señor, que impere el buen juicio y que la gente vea la necesidad de vacunarse”, expresó el reverendo Timothy L. Kelly, de la Iglesia Bautista del Sur.
El pastor evangélico Keven Blankenship trató de manejarse con cautela cuando el virus atacó su iglesia independiente en un suburbio de Birmingham, contagiando a tres familiares suyos, entre otros. En un primer momento, no habló de las vacunas en sus sermones, considerándolo un tema personal.
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Pero un domingo reciente, durante la primera misa en persona en un mes, Blankenship reveló que había recibido la primera vacuna y se preparaba para la segunda.
“Si se sienten cómodos con ella, deben vacunarse. Si no, hablen con su médico y háganse asesorar”, les dijo a sus fieles. “Pero quiero que hagan lo que sientan es lo mejor para ustedes y sus familias, y no se dejen presionar para hacer nada”.
Terminó su sermón con un “Amén”. Y la única respuesta que recibió fue un silencio.