La fiscalía de Perú ordenó el jueves cremar el cuerpo del líder del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, fallecido hace 12 días en una cárcel militar mientras cumplía una condena a perpetuidad.
En un comunicado se anunció que las autoridades recogerán los restos de Guzmán, que permanecen en una morgue del puerto de El Callao, para que sean incinerados máximo en 24 horas, como señala la ley. Sus cenizas será esparcidas en un lugar y fecha no revelada, de acuerdo con la norma.
El lunes una empresa funeraria que cuenta con hornos incineradores y que cumplió un papel clave en la cremación de cuerpos de infectados por el nuevo coronavirus a inicios de la pandemia, se negó a quemar el cuerpo de Guzmán por “convicción y solidaridad con las miles de inocentes víctimas producto del terrorismo”.
Luego del fallecimiento del líder de Sendero Luminoso, el Congreso creó una ley para que los cadáveres de los condenados por terrorismo sean cremados 24 horas después de su muerte por las autoridades y se niegue la entrega de sus cuerpos a sus familiares, como indicaba la antigua norma.
La esposa de Abimael Guzmán, Elena Iparraguirre, también condenada a cadena perpetua, pidió que se le entregue los restos de su marido, pero las autoridades le negaron ese pedido.
El congreso unicameral aprobó la nueva norma seis días después del fallecimiento del fundador de Sendero Luminoso, que inició su lucha armada contra el Estado peruano en 1980 destruyendo las ánforas electorales en un pueblo de la región Ayacucho que iban a servir para que los analfabetos votaran por primera vez en la historia de Perú.
Guzmán murió el 11 de septiembre a los 86 años en una cárcel militar a orillas del Pacífico por neumonía. Cumplía una condena de cadena perpetua por ser el autor intelectual del asesinato de 69 campesinos en 1983 en la aldea Santiago de Lucanamarca en Ayacucho.
Una comisión de la verdad que estudió el conflicto armado interno peruano, que ocurrió entre 1980-2000, indicó que el enfrentamiento entre Sendero y las fuerzas de seguridad provocaron casi 70.000 muertos, la mayoría indígenas pobres de los Andes y la Amazonía.