El papa Francisco pidió por la paz en Ucrania durante una ceremonia el viernes en la que evocó una profecía apocalíptica centenaria sobre la paz y Rusia provocada por presuntas apariciones de la Virgen María a tres niños pastores en Fátima, Portugal, en 1917.
Francisco invitó a obispos, sacerdotes y feligreses de todo el mundo a unirse a él en la oración de consagración, que inició cuando entró a la Basílica de San Pedro ante unas 3.500 personas y concluyó cuando se sentó solo ante una estatua de la Virgen. Ahí, pidió solemnemente perdón de que la humanidad haya “olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales”.
“Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear”, oró.
Intento de reunir oraciones por el fin de la guerra
El servicio fue el intento más reciente de Francisco para reunir oraciones para que termine la guerra mientras mantiene abierta la posibilidad de diálogo con la Iglesia Ortodoxa rusa y su influyente líder, el patriarca Cirilo. Francisco todavía no condena públicamente a Rusia por su invasión, aunque en semanas recientes sus denuncias se han tornado cada vez más fuertes y coléricas.
El ritual tiene una gran importancia espiritual para muchos católicos y es fuente de fascinación para muchos otros. Aborda algunos de los aspectos más controvertidos de la fe católica: presuntas visiones de la Virgen, profecías del infierno, comunismo soviético y la muerte de un papa, y si las profecías contenidas en los llamados “misterios de Fátima” ya se han cumplido o no.
Para recalcar su naturaleza universal, el Vaticano tradujo la oración a tres docenas de idiomas. El papa benemérito Benedicto XVI participó en la oración desde su casa en los jardines del Vaticano y un enviado de Francisco celebró una misa simultánea en el mismo santuario de Fátima.
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La historia de Fátima data de 1917 cuando, según la leyenda, los hermanos portugueses Francisco y Jacinta Marto y su prima Lucia, afirmaron que la Virgen María se les apareció seis veces y les confió tres secretos. Los primeros dos describen una imagen apocalíptica del infierno, anunciaron el final de la Primera Guerra Mundial y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, y el levantamiento y caída del comunismo soviético. En esa época, los niños tenían entre 7 y 10 años.
En el 2000, el Vaticano reveló el muy esperado tercer secreto, que describió como un presagio del 13 de marzo de 1981, cuando se atentó contra la vida del papa Juan Pablo II en la plaza San Pedro.