El 27 de febrero Nil Cabutí (Barcelona, 1991) salió de Barcelona en bicicleta con destino a Singapur. Entonces, el coronavirus aún era una epidemia (la Organización Mundial de la Salud lo consideró pandemia el 12 de marzo) y en Europa solo estaba afectada de forma significativa la parte norte de Italia. Hoy, 31 de marzo, Cabutí atiende a EFE en su día de descanso en Debrecen (Hungría), preocupado por si podrá seguir avanzando. La opción de regresar al punto inicial aún la ve más complicada.
«Desde que entré en Italia, todos los comercios están cerrados como en España. Pero en el caso de los alojamientos hay alguno abierto», explica el ciclista.
«Antes de empezar el viaje había buscado alejamientos por ‘Booking’. El problema es que muchos de los que yo tenía apuntados están cerrados. Algún día estuve a punto de tener que acampar», añadió.
Ahora ha cambiado la estrategia y por la mañana antes de salir a pedalear llama a diferentes alojamientos para confirmar si estarán abiertos esa noche. Un 80% de las respuestas son negativas. «Los que están abiertos son los hostales más familiares o los apartamentos privados. Pero a veces llegar hasta ellos supone hacer 20 kilómetros de más de los previstos», relató el ingeniero.
«Cuando salí el 27 de febrero de Barcelona nada hacía presagiar la situación actual de Europa. El día antes de entrar en Italia, el 8 de marzo, fue el día que cerraron la Lombardía. Entonces pensé que sólo tendría que evitar esa región para llegar hasta Eslovenia, pero todo se fue complicando», relató.
Ya dentro de Italia, se encontró con el anuncio de confinamiento para todo el país. Cada día, mientras avanzaba hacia el este, tuvo que pasar entre cuatro y cinco controles policiales. A él no le dijeron nada, seguramente porque eran incapaces de imaginarse que su destino final fuese Singapur. Tan sólo tuvo problemas con las fuerzas del orden los dos últimos días en territorio italiano, concretamente en la región del Véneto.
«La primera vez me dijeron que debía estar en casa y no circulando en bicicleta. Les expliqué que yo allí no tenía casa y que debía llegar a mi alojamiento, situado a 50 kilómetros de distancia. Les pareció bien y me dejaron pasar. Pero la segunda, a tan solo 5 kilómetros de la frontera con Eslovenia, me registraron y me advirtieron que la frontera estaba cerrada. La solución que encontré fue cruzarla por un camino de montaña. Y lo mismo hice para pasar de Eslovenia a Hungría», dijo.
Todos ellos son países Schengen. En cambio, no se atrevió a cruzar las fronteras de Croacia, Serbia y Rumanía. Así que su ruta inicial para llegar a Singapur vía Turquía cambió de forma significativa.
«En Eslovenia me fue muy difícil encontrar alojamiento y comida, pero con la policía no tuve ningún problema. Y en Hungría aún me están yendo mejor las cosas. Aunque hay una situación de confinamiento decretada, la gente va en bicicleta y pasea por la calle, y hasta he visto algún restaurante abierto para coger comida para llevar», explicó Cabutí.
En Instagram, donde relata el día a día de su aventura en la cuenta @nilbiketrip2020, contó que le había hecho una ilusión tremenda encontrarse una pizzería abierta.
Por otro lado, admitió que le preocupa si lo que está haciendo es ético teniendo en cuenta la situación de pandemia que se vive. «Pero llego a la conclusión que no está mal lo que estoy haciendo. El 95% del tiempo estoy solo en medio de carreteras y campos. Solo me encuentro con gente en el supermercado, donde nos dejan entrar de uno en uno como en España, y cuando llego a un hostal y me atiende el recepcionista. Además, me encuentro perfectamente bien», argumentó.
Este miércoles o el jueves intentará llegar a Ucrania, donde según el Ministerio de Asuntos Exteriores español el día 1 de abril acaba el confinamiento. Cabutí cruzará por la frontera convencional porque en este caso necesita que le sellen el pasaporte. Si no le dejan pasar, su destino será Eslovaquia. «Y de allí iré a Polonia, después a Lituania y finalmente a Letonia. En el norte de Europa la situación está mejor», cree.
En el punto de mira tiene entrar en Rusia el 9 de mayo, cuando empieza a tener validez el visado de un mes que le concedieron. Justamente ayer el país presidido por Vladimir Putin cerró la frontera, pero para esa fecha aún queda un mes y medio. Además, el 9 de mayo no es una fecha cualquiera. «Ese día hará 75 años que los rusos vencieron a los nazis y mucha gente querrá ir a Moscú para celebrarlo».
De momento, Cabutí no se plantea suspender el viaje. «Seguiré para adelante mientras pueda hacerlo. Como tampoco tengo la opción de volver a Barcelona, la única alternativa que tendría sería quedarme confinado en un país concreto. Y yo este proyecto llevo mucho tiempo planeándolo. Tengo una excedencia de marzo a octubre de la empresa negociada hace un año y medio. Cancelar el viaje sería tirar todo por la borda», lamenta. «Pero entiendo que mucha gente está suspendiendo sus proyectos por culpa del coronavirus». EFE