Nativos digitales son la primera generación con un coeficiente intelectual inferior al de sus padres

El neurocientífico y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia, Michel Desmurget, alerta en su libro que los nativos digitales es la primera generación que tiene un coeficiente intelectual inferior al de sus padres.

Su libro, “La fábrica de cretinos digitales”, argumenta que el mal uso de los dispositivos digitales están afectando negativamente el desarrollo neuronal de los niños y jóvenes.

A pesar de que los niños y jóvenes de hasta 18 años nacieron y crecieron con internet; y en el descubrieron un mundo nuevo lleno de posibilidades, de conocimiento y de entretenimiento, su coeficiente intelectual es mucho menor.

Pues desde 2007, con la aparición de los teléfonos inteligentes y más tarde de las tablets y computadoras portátiles, se incrementó la dependencia hacia las pantallas de una forma más negativa que positiva.

Por ello, la gran influencia que tienen estos dispositivos, los convierte por primera vez en menos inteligentes que la generación pasada, afirma el neurocientífico.

PRINCIPALES FUNDAMENTO DE LA INTELIGENCIA

Michel Desmurget entiende que esto ocurre debido a la gran exposición que tienen los nativos digitales a distintas pantallas, quienes se ven afectados en sus principales fundamentos de la inteligencia como el lenguaje, la memoria, la concentración y la cultura en general, cosa que se ve reflejada en su rendimiento académico, por ejemplo en las conocidas pruebas PISA.

«Los principales fundamentos de nuestra inteligencia se ven afectados: el lenguaje, la concentración, la memoria, la cultura (definida como un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo). En última instancia, estos impactos conducen a una caída significativa en el rendimiento académico».

Sobre el motivo por el que el uso de dispositivos digitales causa estos efectos, Desmurget se explica que las causas también están claramente identificadas:

  • Disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional
  • Disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.)
  • Interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente.
  • Sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad
  • Subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial.
  • Y un estilo de vida sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral.

Según el neurocientífico, «se ha observado que el tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos retrasa la maduración anatómica. Además, de la maduración funcional del cerebro dentro de diversas redes cognitivas relacionadas con el lenguaje y la atención».

En su libro cita varios estudios científicos que respaldan su tesis. Entre ellos los que han probado como el CI ha comenzado a descender en países como Francia, Holanda, Finlandia, Noruega y Dinamarca. 

También cita una investigación realizada por la Universidad de Stanford que concluye que la capacidad de los nativos digitales de extraer información disponible en internet es terriblemente baja, tan baja que consideran que representa “un peligro para la democracia”.

MÁS ENTRETENIMIENTO MENOS EDUCACIÓN

En contra del postulado que las nuevas generaciones necesitan de más tecnología al punto que no pueden vivir sin ellas, Desmurget afirma que la mayoría del tiempo que los nativos digitales pasan frente a cualquier pantalla es recreativa y no educativa.

Desmurget explica que los preadolescentes usan trece veces más la tecnología para divertirse que para fines relacionado con la escuela. Los adolescentes, cerca de ocho. El tiempo que los chicos y jóvenes pasan ante un dispositivo digital es abrumador.

Y en los países occidentales «los niños menores de dos años pasan diariamente casi tres horas delante de una pantalla. Entre los 8 y los 12 años están casi cinco horas al día. Y de los 13 a los 18 años su consumo roza las siete horas diarias», según Desmurget.