‘¿Se imaginan si hubiera pedido permiso? Yo estaría muerta’: desgarrador relato de Mon Laferte

Actualizado 14:10

Redacción Teleamazonas.com |

«Empecé a trabajar a los 13 años y desde esa edad hasta los 18 fui abusada por un tipo 20 años mayor que yo, quien me vendía como mi manager, él se quedaba con la mitad de la plata. Durante ese tiempo canté en la calle, en bares, en las micros, en circos». Con estas palabras contundentes, la artista Mon Laferte relata su vida marcada por el dolor, la resiliencia y la lucha por sobrevivir en un mundo que no le regaló nada.

«Fui violada a los 7 años, a los 11 empecé a tomar, fumar cigarro y consumir marihuana, probé la pasta base a los 13, estudié en la D.320, almorzaba en la escuela y solo llegué a octavo básico», ha revelado la cantante y artista plástica chilena en una publicación en Instagram el miércoles 19 de febrero de 2025.

A los 17 años, su vida dio un giro drástico. Vivía sola con mi abuela, me tocó cuidarla después de un derrame cerebral que la dejó postrada. Yo en las noches salía a cantar y con eso compraba pañales pa’ ella y a veces uno que otro vestido de la ropa usada pa’ cantar. Aprendí a hacer maravillas cosiendo a mano», relata con crudeza.

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La televisión apareció como una luz en su camino. «A los 18 encontré una oportunidad en la tele, eso para mí fue la salvación de mi vida. Ganaba 30 lukas a la semana, después empecé a tener pitutos y con eso ayudaba a mi familia’. Sin embargo, ese mundo también le mostró su lado más oscuro. ‘Durante los 5 años que estuve en la tele fui acosada por un productor musical, me besaron a la fuerza varias veces y me trataron de puta sin talento. Me la creí y aguanté por necesidad, pero finalmente tuve el valor y me fui».

Su etapa de migración

Con 23 años y apenas 4 millones de pesos ahorrados, decidió dar un salto al vacío. «Me fui a México, sin pitutos, sola con ganas de salir adelante’. Pero el destino le tenía preparada otra prueba. ‘Cuando llegué a México me tocaron los años más difíciles del crimen organizado. Salí escapando un par de veces de algún antro en Veracruz. Canté covers en bares durante 8 años. Ganaba 300 lukas al mes. Con eso a veces le podía mandar plata a mi familia en Chile».

Su historia es un testimonio de resistencia y lucha. «La necesidad te enseña a no pedir permiso», repite, y su voz se alza como un grito de libertad. Hoy, su vida es un ejemplo de que el arte no se compra ni se hereda: se construye con dolor, esfuerzo y la firme decisión de no rendirse jamás.

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