Entre los candidatos que se han postulado para las elecciones de esta semana en Irak está el líder de una de las milicias más radicales y poderosas, estrecha aliada de Irán y que otrora combatió contra las fuerzas estadounidenses.
Hussein Muanis es el más reciente de una larga lista de miembros de facciones chiís proiraníes que se postulan al parlamento iraquí. Pero es el primero afiliado a las Kataeb Hezbollah, o Brigadas del Hezbollah, indicio de la incursión formal de ese grupo en la política iraquí.
El grupo está incluido en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos, y Washington le acusa de atacar a sus tropas en Irak. El mismo Muanis estuvo preso entre el 2008 y el 2012 por combatir contra tropas norteamericanas.
“Nuestra entrada a la política es una obligación religiosa. Combatí a la ocupación por la vía militar y ahora lo haré por la vía política”, declaró Muanis en entrevista con AP en su oficina en el centro de Bagdad.
Muanis, de 50 años, afirma que ha dejado atrás la lucha armada y que ahora se dedicará a la política. Es dirigente de “Harakat Huqooq” o Movimiento por los Derechos, que tiene 32 candidatos y que propugna la salida de las tropas estadounidenses de Irak.
El Kataib Hezbollah ha sido atacado por efectivos norteamericanos en la frontera entre Siria e Irak varias veces. En diciembre del 2019, Estados Unidos bombardeó bases de esa agrupación tras acusarla de un ataque con cohetes que mató a un contratista de defensa en una base militar cerca de Kirkuk en el norte de Irak. Unos 20 milicianos murieron.
Los carteles políticos de Harakat Huqooq están por doquier en los barrios chiís de Bagdad y regiones del sur de Irak.
Las elecciones en Irak serán el 10 de octubre, las quintas desde que Estados Unidos invadió en el 2003 y derrocó al dictador Saddam Hussein, lo que trasladó el poder político del país de la minoría suní a la mayoría chií. Las elecciones fueron adelantadas un año en respuesta a una ola de protestas en el 2019 en contra de la corrupción, la falta de servicios públicos y el alto desempleo.
Si bien una nueva ley electoral permite más postulaciones de candidatos independientes, grupos chiís siguen dominando la política iraquí y lo más probable es que las elecciones se decidan entre partidos y milicias proiraníes — la mayor de las cuales es la alianza Fatá — y el grupo del clérigo chií Moqtada al-Sadr, el principal ganador de las elecciones del 2018.
La alianza Fatá incluye a dirigentes de las organizaciones paramilitares llamadas Unidades de Movilización Popular, que agrupan principalmente a milicias proiraníes con aprobación oficial, entre ellas Kataib Hezbollah. Pero el grupo ha perdido algo de popularidad tras las protestas del 2019, cuando fue acusado de usar a sus militantes para reprimir las protestas con balas y gases lacrimógenos.
Los manifestantes pedían cambios y un mejor nivel de vida, pero también denunciaban la enorme influencia política que Irán tiene en los asuntos iraquíes. Más de 600 alzados murieron y miles resultaron heridos durante las protestas.
Según analistas el Kataeb Hezbollah — grupo distinto al grupo libanés que tiene ese mismo nombre — podría ser intento de Irán de aumentar su influencia en el parlamento iraquí.
Bassam al-Qazwini, un politólogo en Bagdad, señaló que después de las protestas del 2019, Irán ejerció presión para que políticos de línea dura entren a la política.
“Harakat Huqooq le abre la puerta a las facciones para que entren a la política y al parlamento”, experesó al-Qazwini, quien sin embargo aclaró que no cree que esas facciones logren muchos asientos en la legislatura.
Muanis, hombre delgado de barba ligera, aseveró que decidió incursionar en la política ante la frustración popular hacia los políticos actuales y la falta de voluntad para implementar reformas.
“Estamos participando para poder lograr el cambio”, declaró. De ganar, dice, trabajará desde el parlamento para “recuperar la soberanía iraquí y hacer que se vaya la ocupación” en referencia a las fuerzas estadounidenses.
Cuando se le preguntó sobre la gran cantidad de armas en las calles, contestó: “Lidiaremos con eso cuando acabe la ocupación. Cuando se vaya la ocupación, ya no habrá necesidad de tener armas”.