Hay personajes de nuestra historia que con el pasar de los siglos nos siguen hablando a través de su obra.
Hay un artista en especial que ha quedado en nuestra memoria entre mitos y leyendas.
Se llegó a decir que sacrificó a uno de sus aprendices con el afán de lograr la perfección en un cuadro.
Este pintor vivió en el Quito de 1600 pero su huella está en centenares de cuadros con una técnica sorprendente.
Hoy en día la ciencia permite llegar más allá de lo que se ha dicho de él y su obra, un grupo de investigadores indagaron en sus pinturas; su testamento y revisaron documentos que en medio de la pandemia intentan acercar al público al legado de Miguel de Santiago.