Una operación rusa de desinformación a través de las redes sociales que trató de interferir en las elecciones estadounidenses de 2016 sigue activo.
Aún sigue tratando de dividir y desacreditar las democracias occidentales, de acuerdo con un informe nuevo, pero sus propias tácticas cautelosas limitan su eficacia.
Bautizada “Secondary Infektion” (infección secundaria) por los investigadores, la red era parte del intento ruso de desestabilizar.
A través de las redes sociales para polarizar a la sociedad estadounidense de cara a las elecciones de 2016.
Ha sido vinculada a intentos similares en Ucrania, Francia, Gran Bretaña y otros países. Desde 2014, ha publicado miles de mensajes en más de 300 plataformas de internet.
Medio de desinformación
Secondary Infektion ha publicado mensajes que denigran a los musulmanes e inmigrantes, acusan a Hillary Clinton de asesinato y dicen que la canciller alemana Angela Merkel es alcohólica.
Algunos mensajes han usado documentos falsificados o comentarios apócrifos, como un tuit supuestamente publicado por el senador estadounidense Marco Rubio que acusaba a Gran Bretaña de espiar al presidente Donald Trump.
Graphika, una firma de Nueva York que analiza las redes sociales, publicó un informe que rastrea las operaciones de la red.
Intentaba no dejar huella en la red
En comparación con otras redes de desinformación rusas operadas por la inteligencia militar o la Agencia de Investigaciones de Internet, Secondary Infektion se esforzaba por cubrir sus huellas aunque eso perjudicara su trabajo, según el informe.
“Le daban mayor importancia al ocultamiento que a la viralización veloz”, dijo Ben Nimmo, director de investigaciones de Graphika y uno de los autores principales del informe.
Cuentas de un solo uso
Muchos mensajes de Secondary Infektion provenían de cuentas descartadas después de un sólo uso, sin darles tiempo a crearse una audiencia.
Esto dificultaba la tarea de los analistas que rastreaban la red, pero le impedía a ésta crear mensajes con audiencias grandes y legítimas que se requieren para convertir a la desinformación en un arma verdadera.
“Casi ninguno de esos esfuerzos tuvo un impacto mensurable”, dice el informe de Graphika.
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“Otro misterio perdurable en torno a la operación es qué creían los operadores que estaban haciendo y por qué siguieron haciéndolo durante seis años de actividad si sus historias morían sin dejar rastro”.
AP