En una sala de maternidad improvisada en el sótano de un hospital ucraniano, Kateryna Suharokova se esforzaba por controlar sus emociones con su hijo recién nacido en brazos mientras, en la planta de arriba, los médicos corrían a atender a las víctimas de los bombardeos rusos.
“Estaba nerviosa, nerviosa por dar a luz al bebé en estos tiempos”, dijo la mujer, de 30 años, con la voz temblorosa. “Estoy agradecida a los doctores, que ayudaron a este bebé a nacer en estas condiciones. Creo que todo saldrá bien”.
Sótanos como refugios antibombas
El sótano del hospital materno-infantil de la ciudad costera de Mariupol se transformó en un refugio antibombas y en una guardería cuando las fuerzas rusas intensificaron sus ataques sobre zonas muy pobladas el martes.
Los trabajadores arroparon a un recién nacido y lo llevaron escaleras abajo al sótano, donde sanitarios y pacientes se cobijaban en una sala mal iluminada y atestada de camas y cunas.
Un escena similar se vivió en Járkiv, donde la sala de maternidad se trasladó a un refugio antibombas. Allí, las madres acunaban a sus hijos entre los colchones apilados contra las ventanas como media de protección.
El Ministerio de Defensa de Gran Bretaña reportó un aumento de los ataques aéreos y de artillería rusos sobre zonas urbanas habitadas en los últimos días. Mariupol era una de las tres ciudades — junto con Járkiv y Kherson — cercadas por las fuerzas rusas, agregó.
La importancia de Mariupol para Rusia
Mariupol, un centro industrial en el mar de Azov, está considerada un objetivo clave para las fuerzas rusas por su valor económico y su ubicación, que le ayudaría a establecer un enlace terrestre entre la península de Crimea y el territorio continental ruso.
Las víctimas de los bombardeos llegaban a la maternidad de la ciudad, incluyendo el cuerpo de un joven en una camilla.
Oleksandr Balash, jefe del departamento de anestesiología, llamó a un videorreportero de The Associated Press y levantó la sábana que cubría al fallecido.
“¿Hace falta decir más? Es solo un niño”, afirmó Balash. “Estos son ciudadanos pacíficos heridos en… un vecindario normal”.
Otra mujer, que sangraba por la boca, gritaba de dolor mientras era atendida. Los profesionales médicos operaron a otros heridos durante el bombardeo, y los médicos trasladaron a un hombre desde una ambulancia a una camilla para que pudiese ser tratado.
La muerte se cierne sobre el país
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, calificó los últimos ataques como una campaña descarada de terror.
En Járkiv, al menos seis personas fallecieron cuando el edificio del gobierno regional, ubicado en la céntrica Plaza Libertad, fue alcanzado por lo que se cree que fue un misil.
El ataque en la mayor plaza del país, el núcleo de la vida pública en la ciudad de alrededor de 1,5 millones de habitantes, fue visto por muchos ucranianos como la evidencia de que la invasión rusa no se limita a los objetivos militares sino que busca debilitar su espíritu.
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La cifra total de fallecidos en los combates sigue sin estar clara, pero un alto funcionario de la inteligencia occidental estimó que más de 5.000 soldados rusos han sido capturados o asesinados. Ucrania no ha ofrecido un estimado global de sus bajas militares.