Actualizado 23:30
Redacción Teleamazonas.com |
María Elena Bergoglio, de 77 años, y la menor de entre cinco jamás pudo volver a abrazar a su hermano, Jorge Bergoglio desde 2013, cuando fue elegido líder de la Iglesia Católica.
María Elena, hoy acongojada por la pena por que durante 12 años, desde que el papa Francisco pisó por última vez suelo argentino y, por problemas de salud y una agenda muy ocupada, jamás pudieron darse un último abrazo, pero nunca se dejaron de querer.
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La hermana del papa Francisco es 11 años menor pero sus graves complicaciones de salud le impidieron viajar hasta Roma para visitar a su hermano cuando vivía, y ahora que el mundo se prepara para darle su último adiós tampoco estará presente.
Francisco siempre extrañó a su hermana
El papa Francisco nunca ocultó la pena que le generaba el no estar cerca de su hermana, en especial en un momento en el que ella necesitaba de su apoyo después de haber sufrido un ictus en el año 2023. «Estar lejos de mi hermana es quizás uno de los sacrificios más grandes que he hecho«, decía sin reparos.
Pese a la distancia física los dos hermanos siempre estaban en contacto, al menos una vez a la semana, de preferencia los domingos por la noche.
María Elena también tenía a su hermano presente en sus pensamientos y oraciones. Según recoge el periódico argentino La Nación, cuando se escuchó el Habemus Papam sintió una felicidad nunca antes vista. «Ni se me ocurría que iba a ser mi hermano; él no quería ser Papa. Antes de subir al avión, me llamó y me dijo: ‘Chau nena hablamos a la vuelta’. Lo vi salir al balcón y casi me muero. Me largué a llorar y no paré, la emoción me superó».
El último detalle de Elena con Francisco que él llevó hasta su muerte
El diario argentino Los Andes, recuerda el último gesto público que el Papa tuvo para con su hermana, Elena.
El periódico narra como en 2019, el artista Gustavo Massó, amigo cercano del pontífice, le regaló a Francisco una escultura con la mano de su hermana y un mensaje grabado que dejaba leer las palabras: «Mirá que me gustaría estar con vos y abrazarte. Créeme que estamos abrazados. A pesar de las distancias estamos muy abrazados«.
Esta escultura, según indica el mismo medio, permaneció sobre su escritorio en el Vaticano hasta su muerte.
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