Para lograr una inclusión real es necesario llevar a cabo ciertas adaptaciones, de eso está segura Diana Rosero, madre de un pequeño con parálisis cerebral. Los médicos aseguraban que su hijo viviría en estado vegetal, pero el amor maternal fue más fuerte, derribando las barreras de la discapacidad.
Eduardo tiene parálisis cerebral infantil y un 80% de discapacidad. Desde bebé lo sometieron a varias operaciones por su problema de salud; su pronóstico no era alentador, pero el amor de su madre superó las expectativas de los médicos.
«Me dijeron que iba a ser un vegetal. Fue sumamente duro ese diagnóstico en ese momento. Con mi esposo dijimos no va a pasar, vamos a ver que hacemos para que Edu sea feliz», contó esta admirable madre.
Con amor y cariño, ella ha enfrentado todas las dificultades para que Eduardo y su familia sean felices. Diana ha realizado varias terapias y tratamientos que los médicos le han recomendado para que su hijo tenga una vida tranquila y feliz.
Además, Diana buscó los recursos necesarios para que su niño pueda tratar de realizar con normalidad varias actividades cotidianas, como ejercitarse, hacerse la bicicleta, patinar, entreo otras. «Si él está feliz, yo soy feliz», señaló.
Su dedicación, creatividad e ingenio han derribado las murallas que construye la discapacidad.
Actualmente, Eduardo va a la escuela, un lugar que disfruta mucho y donde también se ha adaptado. Él tiene un gran don, pues su sonrisa alegra hasta el día más coomplicada de Diana.
Conoce la historia de esta ejemplar madre en el siguiente video: