Los equipos de campaña de Lula y Jair Bolsonaro comenzaron este lunes a afinar sus estrategias de cara al balotaje en Brasil, que se celebrará dentro de cuatro semanas cargadas de incertidumbre.
El expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, de 76 años, se impuso con el 48% de votos al mandatario ultraderechista, con 43%, pero se quedó lejos de una victoria holgada como preveían los sondeos. Tampoco logró superar el 50% necesario para evitar una segunda vuelta el 30 de octubre.
La ventaja, de cinco puntos, dejó la definición abierta y proyecta semanas de una campaña intensa y agresiva en un país profundamente dividido.
Como ya sucedió en otros eventos clave recientes, como la elección de Donald Trump en Estados Unidos en 2016 o el Brexit en Gran Bretaña el mismo año, las principales encuestadoras erraron de plano.
Los números del domingo correspondieron en cambio con el escenario «optimista» que defendía el equipo de campaña de Bolsonaro, de 67 años, y que lo dejan con posibilidades de lograr la reelección.
La bolsa de valores de Sao Paulo abrió con alza de 4%, una señal del apoyo de la comunidad económica a Bolsonaro y sus políticas liberales, así como al triunfo de los partidos conservadores en el Congreso en los comicios celebrados en paralelo.
«Prórroga»
Lula tenía previsto reunirse por la tarde del lunes con su compañero de fórmula, el exgobernador de centroderecha Geraldo Alckmin, para una «reunión de coordinación de campaña» en Sao Paulo.
«Esta es la prórroga», escribió el lunes en Twitter el exmandatario (2003-2010). «Vamos a trabajar (…) y conquistar nuestra victoria. Vamos a conversar con quienes piensan que no nos quieren y vamos a convencerlos».
Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper, pronostica un «final abierto» y «una situación pareja» para ambos, con Bolsonaro mostrando fuerza en estados claves como Rio de Janeiro, Sao Paulo y Minas Gerais, en el sudeste de Brasil y que reúnen 40% del padrón electoral.
El bolsonarismo salió además reforzado el domingo en las elecciones legislativas y de gobernadores.
«Es el reflejo de un país muy conservador», evaluó Mateus Alcantara, un publicista de 26 años, un día después de la elección en Rio de Janeiro. «Estamos en un momento de polarización enorme y el bolsonarismo crece cada vez más».
«Voluntad de cambio»
Bolsonaro, que desestimando las encuestas siempre dijo que ganaría en primera vuelta, admitió que «muchos votos» por Lula demostraron una «voluntad de cambio por parte de la población», afectada por los aumentos de precios, especialmente en productos de la canasta básica.
Pero dijo que demostrará que la economía «se está recuperando» y advirtió que un cambio «puede ser para peor», al poner como ejemplo la realidad económica de otros países de América del Sur que eligieron gobiernos de izquierda.
Para el balotaje, los apoyos de Simone Tebet, tercera con 4% de los votos, y Ciro Gomes, con 3%, tendrán un papel relevante.
Tebet prometió que anunciará su postura en el «momento oportuno», mientras Gomes, duro crítico de Lula y Bolsonaro, pidió tiempo para manifestarse.
Bolsonaro ha gobernado a golpe de crisis, especialmente con una cuestionada gestión de la pandemia y un desafío constante a las instituciones democráticas. De hecho, dijo que espera un posicionamiento de las fuerzas armadas sobre la transparencia de las elecciones, tras poner en duda la fiabilidad del voto electrónico.
Mantiene un sólido apoyo entre el electorado evangélico, el agronegocio y sectores conservadores.
Mientras que Lula, aún bajo la sombra de los escándalos de corrupción develados cuando la izquierda estuvo en el poder y que decepcionaron a muchos de sus seguidores, cuenta con el apoyo de las clases populares, las mujeres y jóvenes.
«El balotaje promete ser una disputa feroz. El presidente invertirá en reducir su rechazo entre jóvenes y mujeres y, al mismo tiempo, aumentar el del PT, demonizándolo», dijo Paulo Calmon, politólogo de la Univer