Latinoamérica, epicentro creciente de la COVID-19, se enfrenta a los estragos económicos, pérdidas humanas y la amenaza del trabajo infantil pospandemia.
Este viernes se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Según datos de Unicef, se estima que hay 17,4 millones de niños y niñas trabajadores. Esa cifra equivale al 16 % del total de menores que viven en esta región del planeta.
Los pequeños, algunos de los cuales no alcanzan la mayoría de edad, son víctimas del maltrato, del abuso sexual o de deplorables condicionales laborales. Se desempeñan principalmente como sirvientes, agricultores, comerciantes, mineros, recolectores de basura o pescadores.
A esta preocupante situación se suma ahora el nefasto panorama que dejará el coronavirus. Unicef y Save The Children alertan que unos 16 millones más de niños de Latinoamérica podrían vivir en pobreza cuando termine el 2020.
EL AHOGO DE LA POBREZA
Al respecto, la directora de Save The Children Colombia, María Paula Martínez, aseguró a Efe que «es probable que aumente el número de niños que empezará a trabajar debido a la pandemia, así como el de aquellos que se verán enfrentados a desarrollar trabajos peligrosos y adolescentes que iniciarán su vida laboral sin condiciones de trabajo decente».
Lo anterior se generará debido a que las medidas de control de contagio del virus aumentarán significativamente los niveles de desempleo. Esto incrementará el subempleo, en donde por lo general se ven vinculados los menores.
Martínez indica que «se debe entender que si los proveedores del hogar son adultos mayores o población en riesgo de contagio y las medidas de aislamiento han disminuido la manutención de los hogares, serán los más jóvenes de la casa quienes deban asumir esa carga».
LA EXPLOTACIÓN INFANTIL CRECIENTE
En Brasil, el Foro Nacional de Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil advierte sobre la problemática. «El riesgo de crecimiento de la explotación frente a los impactos de la pandemia es grande porque la mano de obra formal puede ser sustituida por niños».
Por ello, los menores seguirán teniendo una «educación interrumpida» para ayudar al sustento de sus hogares. Estarán expuestos a enfermedades, inclusive al propio coronavirus, manifestó el director de la OIT en Brasil, Martin Georg Hahn.
No menos aterrador es lo que pasa en Venezuela. Ahí, los menores que viven de los ingresos que puedan generar en sectores informales están al borde del precipicio por la pandemia.
Esto se complica para quienes nacieron en el último sexenio, cuando el país entró en la debacle económica, quedaron en la indigencia.
«La situación es especialmente áspera debido a lo vulnerables que están los niños en el marco de la emergencia» y se hace más compleja porque «no hay una política de Estado, estadísticas ni diagnóstico», aseguró a Efe Fernando Pereira, coordinador de la organización Cecodap, dedicada a la promoción y defensa de los derechos de los menores desde 1984.
Otros que están a un paso de la desesperación son los miembros de la Unión de Niños y Niñas Trabajadores de Bolivia. Ellos pidieron al Gobierno dotarlos de medidas de bioseguridad ante la urgencia que tienen de salir a trabajar para mantener a sus familias. Todo esto, pese al riesgo de enfermarse o, incluso, morir por el virus.
CON LAS MANOS LLENAS DE TIERRA
Las labores del campo concentran el 52% del trabajo infantil en la región. Eso los aleja de la escuela e imposibilita que salgan de la pobreza.
Ese sector es considerado uno de los más peligrosos para la infancia y adolescencia debido a las largas jornadas que demanda. Se suma la exposición a climas extremos y el contacto con productos químicos.
También, datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Ecuador señalan que en áreas rurales se trabaja cerca de cinco veces más que en las ciudades.
Además, por etnias, la población indígena tiene a más número de niños entre los cinco y 14 años trabajando, con un 26%.
Cosechar, acarrear agua y tratar a los animales son algunas de las actividades que realizan cerca de 200.000 pequeños argentinos. Per son cerca de 763.544 que están sometidos al trabajo infantil.
El trabajo infantil en Argentina impacta en su trayectoria escolar y lo aparta de cosas simples como el tiempo libre o el deporte.
HAMBRE, CONFLICTO Y MIGRACIONES
En Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) informó que entre 2012 y 2019 el trabajo infantil bajó de 10,2 al 5,4%.
Pero persisten males como el reclutamiento ilícito de menores que se ha acrecentado durante la emergencia por la COVID-19.
Por esta razón, el procurador general, Fernando Carrillo, pidió a la Fiscalía investigar a la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN), las disidencias de las FARC y otros grupos armados. Los niños serían usados para llevar a cabo homicidios, actos de terrorismo, tortura y desplazamiento forzado.
«Hay una amenaza latente porque al haber una reducción del ingreso surge la necesidad de que los padres le digan a los hijos que tienen que salir a rebuscarse. Esta es una amenaza sobre la cual debemos luchar fuertemente», advirtió el director ejecutivo de Pacto Global Red Colombia, Mauricio López.
Todo lo anterior demuestra que las necesidades de los niños no siempre están sobre el tapete político.
Los gobiernos siguen quedando cortos a la hora de elaborar respuestas efectivas para proteger a quienes publicitan en campañas como el futuro de Latinoamérica.