Trauma racial, una de las consecuencias de las muertes de afroestadounidenses en varias circunstancias.
Desde que un policía de Oakland, California, mató a tiros a su hijo hace 11 años, Wanda Johnson ha visto un video tras otro de incidentes similares entre personas de raza negra y la policía.
Y cada vez revive el trauma de perder a su hijo, Oscar Grant, baleado por un policía de tránsito. Más recientemente, Johnson no pudo evitar ver el video de la muerte de George Floyd cuando un agente le apoyó una rodilla en el cuello mientras él decía que no podía respirar.
“Empecé a temblar. No dormí por dos días. Me la pasé llorando”, relató. “Ver ese video me abrió nuevamente una herida que no ha cicatrizado del todo”.
El dolor que siente Johnson es compartido por muchos estadounidenses de raza negra. Los psicólogos lo describen como un trauma racial: El sufrimiento derivado de la acumulación de episodios de discriminación racial, violencia racial o racismo institucionalizado.
Lo irónico es que la misma herramienta que ayuda a concientizar a la gente acerca del racismo y la violencia que aqueja a las comunidades negra y de otras razas, también ayuda a profundizar su trauma. En las semanas que siguieron a la muerte de Floyd, la difusión constante del video impulsó protestas generalizadas para condenar el racismo, en las que participaron personas de todas las razas, muchas de las cuales jamás se habían involucrado en una causa. En pocas semanas hubo cambios profundos. La expresión “Black Lives Matter” ha sido incorporada al debate, se están derribando o retirando monumentos de figuras de la Confederación (el viejo sur esclavista) y se sancionan nuevas leyes en respuesta a los pedidos de reformas judiciales.
“Es frustrante que tengan que pasar estas cosas para que la gente se interese”, dijo Alasia Destine-DeFreece, de 20 años. “Primero tiene que suceder algo que nos hace sufrir mucho y después hay que revivirlo constantemente en las redes sociales”.
Destine-DeFreece, quien recuerda haber sido la única persona de raza negra en muchas circunstancias en su infancia en Rhode Island, admite que esas imágenes han tenido mucha repercusión en el pasado. En la escuela aprendió acerca de Emmett Till, un chico negro de 14 años que fue secuestrado, golpeado y asesinado en 1955 tras ser acusado de silbarle a una mujer blanca en Mississippi. Su clase vio fotos del rostro brutalmente golpeado de Till, imágenes que ayudaron a dar impulso al movimiento por los derechos civiles.
“Ese tipo de imágenes circulan mucho más rápido y son mucho más vistas ahora, y eso me hace mal. Ves morir a alguien que se parece a ti”, señaló.
Los síntomas de trauma racial pueden incluir ansiedad y depresión, y ser parecidos a los del estrés postraumático. El desencadenante puede ser un insulto en la calle o un mal trato por la raza o las creencias de una persona. La cantidad de imágenes de personas negras a las que les hace daño hacen pensar que tienen un destino ineludible.
“Sientes que corres peligro constantemente, ya sea al ser hostigado mientras observar aves en el Parque Central o al dormirte en tu auto en un estacionamiento. Hay una presencia física constante del peligro y la sensación de que está a la vuelta de la esquina”, dijo Altha Stewart, presidenta de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense.
“Ese bombardeo constante” puede “impedirle funcionar” a una persona, señaló.
El video de la muerte de Floyd es uno de tantos que hay dando vueltas. La muerte a tiros de Ahmaud Arbery, de 25 años, también fue filmada y nadie fue acusado de nada hasta que empezó a circular el video y aumentó la presión del público. Desde entonces, también se vio a un agente matar a tiros, por la espalda, a Rayshard Brooks, de 27 años, tras un forcejeo.
“Da la sensación de que hubo una cascada inacabable de hashtags de personas negras que mueren”, dijo Christine Ohenzuwa, de 19 años y quien hace poco se sumó a una manifestación de protesta en Minnesota. “Siento que para mí y para otras personas negras, llegas a un punto en el que resulta muy traumático ver cómo matan a personas negras”.
Aaron Requena dice que se toma “descansos” en los que no ve ese tipo de imágenes. Fotógrafo de Los Ángeles de 25 años, Requena afirma que le cuesta mantenerse al día de lo que pasa sin torturarse al mismo tiempo.
“Es algo que me toca de cerca porque he tenido cruces con la policía en los que, sin haber hecho nada, me termino preguntando si esto terminará mal”, expresó Requena, quien es de raza negra. “Te afecta porque sabes que tú puedes ser el siguiente”.