Los monumentos de entre 10 y 30 metros de altura ubicados en el sur, centro y norte de Guayaquil, rinden tributo a su fe, su fauna y sus leyendas.
Como muestra de su fe, de sus leyendas, pero también de sus valores y emblemas, se alzan imponentes los gigantes de Guayaquil.
Testigos silenciosos de una ciudad que no se detiene durante el día y que se engalana con luces por las noches.
Desde finales de 2017, unas enormes manos entrelazadas dan la bienvenida a quienes llegan desde la avenida Narcisa de Jesús en el norte de Guayaquil y es precisamente eso, un saludo de bienvenida a símbolo de la acogida de la ciudad a sus visitantes. Su nombre «Hospitalidad guayaquileña» del escultor Édgar CeVallos.
Cevallos también hace un año dio vida a la leyenda de Guayas y Quil con un enorme monumento de 30 metros de alto ubicado en la avenida Pedro Menéndez Gilbert; un tributo a las mujeres y los hombres aguerridos.
La fauna también tiene un espacio en la urbe y un justo reconocimiento como iconos de la ciudad. Todos creación del imbabureño Juan Marcelo Sánchez.
Para la elaboración de la iguana ubicada en una plaza comercial en Las Monjas, Urdesa, se requirieron 120 000 piezas de cerámica y es entre sus obras la más pequeña. Fue inaugurada en 2005 y al año siguiente con un monumento de 12 metros se rindió tributo al papagayo, emblema del puerto principal; se utilizaron 70.000 piezas de cerámica para su elaboración.
En 2011, afuera de los túneles de los cerros Carmen y Santa Ana se inauguró la escultura del mono machin de 12 metros. Detrás de él una leyenda que data del siglo 16, un rey español fascinado con la especia.
La fe de los guayaquileños también está presente en sus monumentos. El monumento al Sagrado Corazón de Jesús fue inaugurado en 1973; la regeneración urbana de 2005 lo convirtió en uno de los principales atractivos del cerro del Carmen.
Y en el Cisne 2 desde finales de 2016 se levanta el gran monumento del Cristo del Consuelo; desde entonces la masiva procesión del mismo nombre que se realiza tradicionalmente por Semana Santa llega a sus pies.
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