Los plásticos de un solo uso pueden tener mejor final que un botadero de basura. Se pueden convertir en estructuras como mesas, sillas, adornos e incluso paredes o techos para construir casas. En Quito hay diferentes iniciativas que fomentan el reciclaje de todo tipo de plásticos y les dan una segunda oportunidad.
Una de ellas es el Laboratorio de Reciclaje, ubicado en la Av. De los Shyris y Holanda. En este lugar se puede descubrir que “la basura no existe”, dice Carolina Saa, creadora de esta iniciativa.
Desde el ingreso se puede encontrar diferentes artículos hechos con diferentes tipos de plásticos y residuos de distintos objetos como botellas de vidrio, llantas, envases de tetrapack, bolsas de snaks, entre otros objetos.
Por ejemplo, el piso está hecho de neumáticos en desuso, también hay un domo que se construyó con bolsas recicladas de snaks. Más adelante hay cortinas de botellas de vidrio y paredes fabricadas con vidrio pulverizado.
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Este espacio articula los esfuerzos entre la empresa pública y privada para promover la sostenibilidad ambiental y el cuidado del planeta. La iniciativa se creó como un centro de educación para niños y jóvenes, dice su fundadora.
Sin embargo, por su originalidad y carácter recreativo y pedagógico, también se utiliza como un pequeño parque temático que pone a disposición del público la posibilidad de apreciar la transformación y aprovechamiento de los residuos en nuevos productos eco amigables.
El Laboratorio de Reciclaje realiza recorridos guiados de lunes a viernes de 09:00 a 17:00 y los sábados de 09:00 a 14:00. En ellos se puede recorrer diferentes estands para conocer cómo el uso indiscriminado de plásticos contamina el ambiente.
En este lugar además de plásticos se reciben frascos de vidrio de todo tipo. Existe un estante en el que se los coloca y quien los necesite, se lo puede llevar sin costo. Por cada entrega de residuos, el laboratorio regala una planta.
Botellas de Amor
Otra iniciativa de reciclaje la promueve la Fundación Botellas de Amor. Ellos reciclan botellas plásticas, de cualquier tipo, llenas de otros plásticos como envolturas, fundas, estuches de pasta dental, marcadores, palos de chupetes, blíster de pastillas, etc., y las convierten en mesas, sillas, o estructuras como paredes o techos.
La propuesta de esta fundación es transportar las botellas plásticas hacia una empresa para procesarla y convertirla en mobiliario. Todo esto con el fin de evitar la tala indiscriminada de bosques. Una tonelada de plástico que se procese equivale a un árbol más en la naturaleza, dice Pilar Ramos, directora de la Fundación.
Hasta el momento se han procesado alrededor de 100 toneladas de plástico. El procedimiento consiste en recuperar los plásticos de la ciudad, los clasifican y se envían a una máquina para triturarlos. Esto se mezcla y se envía a otra máquina que se encarga de definir qué tipo de estructura realizar. Ya sea, circular, cuadrado, redondo, rectangular, etc.
El mobiliario se puede adquirir ya construido directamente en la fundación, o se puede comprar la madera plástica en bruto para utilizarla en casa. Para construir una estructura, el proceso puede tomar alrededor de ocho horas.
Las botellas llenas de plásticos se pueden entregar directamente en la fundación o por medio del Laboratorio de reciclaje.