En lo que va del año Sudamérica ya ha enfrentado más de 350 mil incendios, sí, una cifra que espeluzna. En Ecuador ya son más de 2700 en 21 provincias, entre ellas Pichincha, Carchi, Imbabura y Cotopaxi. Desde el mes de enero se han perdido 29.812 hectáreas de vegetación. Si la flora difícilmente logra recuperarse del flagelo, la pérdida de la fauna es impactante, pues miles de especies mueren y las que migran jamás vuelven.
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A esta difícil realidad se suma la contaminación del aire y el agua que se consume en las ciudades. En las últimas semanas se ha visto cómo el fuego se acerca a sitios poblados y pone en riesgo también a las personas y sus bienes.
Más de 800 bomberos han sido desplegados en la capital en las últimas semanas; para el personal de la casaca roja han sido jornadas agotadoras, en las que los recursos y las energías se van desgastando. Lo más grave es que la gran mayoría de estos flagelos sucede por negligencia de los seres humanos; la quema de vegetación, basura orgánica y los pirómanos son las mayores amenazas.
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