El carnaval en Brasil es sinónimo de liberación, el espectáculo que arranca este domingo en Río de Janeiro será su apogeo: cien mil almas se entregarán en el Sambódromo a la música y la fantasía, en la primera edición sin restricciones por la pandemia.
Durante dos noches, las tradicionales «escolas» de samba electrizarán el célebre recinto carioca cuando desfilen con sus exóticos disfraces, que confeccionaron con ahínco durante meses en sus galpones en las favelas, donde la mayoría tiene su origen.
Prometen hacerlo aunque diluvie, como anuncian algunas previsiones meteorológicas en carnaval.
De hecho, los últimos ensayos en el Sambódromo, una pasarela de 700 metros flanqueada por gradas con una capacidad para 70.000 personas, se realizaron bajo fuertes lluvias que provocaron inundaciones e incluso daños en algunas carrozas.
Y es que nada detiene a los brasileños a la hora de celebrar su fiesta popular favorita.