Operadores de telescopios son ‘héroes anónimos’ de la astronomía desde Chile

Actualizado 10:37

Atacama, EFE |

Considerados «héroes anónimos» de la astronomía, los operadores de los telescopios más productivos del mundo, ubicados bajo los cielos más oscuros del planeta, en pleno Desierto de Atacama (Chile), abren cada noche la mejor ventana al universo, contribuyendo así a descifrar sus enigmas.

La puesta del sol, cuando se retiran las cúpulas protectoras y los telescopios comienzan a “despertar”, marca el inicio de una jornada laboral en la que los operadores se dedican, hasta que se insinúan los primeros rayos de luz del día siguiente, a recorrer el espacio siguiendo las inquietudes de astrónomos de todo el mundo.

«Al amanecer me invade un sentimiento de satisfacción cuando sabes que has logrado lo que nosotros llamamos ‘una buena noche’, es decir, una jornada con muchas observaciones”, confiesa a EFE Steffen Mieske, director de Operaciones del Observatorio Paranal, uno de los centros astronómicos más importantes del mundo, perteneciente al Observatorio Europeo Austral (ESO).

«Nuestras observaciones son para todos los científicos del mundo pero después quedan disponibles para la humanidad», añade por su parte a EFE Andrés Pino, jefe del Grupo de Operaciones de Telescopios e Instrumentos de este observatorio, ubicado a 1.300 kilómetros al norte de Santiago y cuyos telescopios han sido protagonistas de descubrimientos históricos.

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Entre sus logros más destacados están la primera imagen de un exoplaneta, la confirmación de la expansión acelerada del universo y su papel clave en investigaciones sobre el agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea, galardonadas con el Premio Nobel de Física en 2020.

«Sabemos que lo que estamos haciendo es importante, que tiene que ser de altísima calidad y que tenemos que darle el mejor uso a nuestro observatorio», agrega Pino.

 De Júpiter al inicio del universo

Cae la noche en el cerro que da nombre al observatorio y donde, a más de 2.600 metros de altura, se aloja el Very Large Telescope (VLT), uno de los instrumentos más avanzados de la astronomía terrestre.

El silencio que rodea el telescopio es absoluto, pero en el interior de su sala de control se produce el ajetreado relevo entre el equipo de día, dedicado al mantenimiento y calibración, y los quince astrónomos y operadores nocturnos.

«Tándems formados por un astrónomo y un operador deciden conjuntamente qué observación hacer durante la noche dependiendo de las condiciones y, cuando se tienen los datos, evalúan que todo haya ido de acuerdo a lo que los investigadores querían», explica Mieske desde el centro de control, adornado con fotografías astronómicas y repleto de pizarras con datos científicos y pantallas que monitorean el universo.

Esta noche, el viaje espacial de los ocho telescopios que conforman el VLT empezará en Júpiter, pasará por una estrella que circunda un planeta externo al Sistema Solar y llegará hasta un cúmulo de galaxias que se encuentra al inicio del universo.

Además de maniobrar el VLT, los operadores controlan los otros dos telescopios que tiene el Observatorio del Paranal y se preparan para empezar a usar el Extremely Large Telescope, que actualmente está en construcción y se convertirá en 2030 en el telescopio óptico más grande del mundo y el primero capaz de detectar indicios de vida fuera del Sistema Solar.

Una «fábrica» de la astronomía y las 365 noches del año

Una vez recabados, los datos astronómicos son enviados desde Chile hasta el archivo central de la ESO, ubicado en la sede central de la organización en Alemania, y entregados a los distintos investigadores que han sido seleccionados para obtener tiempo de observación en los telescopios de Atacama.

«Funcionamos un poco como una fábrica que tiene que entregar un producto y lo hacemos las 365 noches del año», cuenta a EFE Marcela Espinoza, operadora de telescopios e instrumentos en Paranal.

Como sus compañeros, Espinoza vive la mitad del año inmersa en la observación astronómica, alternando estadías entre su hogar y los telescopios.

Pese a la exigencia de su profesión, Pino reconoce que «ver la noche desde este lugar es impactante”, aunque recuerda especialmente aquella en la que pudo contemplar el agujero negro del centro de la Vía Láctea, “el momento culmen de una observación que duró años”.

“La verdad es que se observan objetos muy bonitos”, coincide Espinoza, que conmemorá el Día Nacional de la Astronomía este sábado sintiéndose una «privilegiada» por operar estos telescopios tan punteros y «aportar a toda la ciencia».

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