Actualizado 11:59
Redacción Día a Día |
La hemofilia también es conocida como “la enfermedad de los reyes” porque afectó a varios integrantes de las familias reales en la Europa del siglo XX. Es una patología hereditaria en la cual la sangre no coagula de manera adecuada, lo que produce sangrados externos e internos. La mayoría de los pacientes son hombres.
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Muchos de los casos se detectan en la infancia, cuando los padres notan que su hijo tiene sangrados excesivos tras una caída o un procedimiento médico. Los exámenes de laboratorio, que miden los niveles de los factores de coagulación, confirman el diagnóstico.
Aunque la hemofilia no tiene cura, los avances en el tratamiento han transformado la calidad de vida de quienes la padecen. Años atrás en Ecuador, la única opción eran las transfusiones de sangre, en las que había un alto riesgo de contagio de enfermedades.
Hoy en día, el tratamiento estándar para la hemofilia es la infusión de los factores de coagulación faltantes, que permiten a muchos pacientes llevar una vida relativamente normal. A pesar de estos avances médicos, la hemofilia sigue siendo un desafío a nivel médico, emocional y social. Los pacientes con hemofilia deben ser cuidadosos con las actividades físicas para evitar lesiones, lo que puede provocar frustración y aislamiento, especialmente en niños y adolescentes.
Actualmente, las personas con hemofilia tienen una mejor calidad y expectativa de vida, con una mayor independencia, y la esperanza de que un día la enfermedad pueda ser erradicada a través de una cura.
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