Guayaquil es una ciudad donde sus habitantes son las estrellas principales del día a día en las calles. Un claro ejemplo es la llamada «entrada de la 8», donde el comercio no se detiene y el tránsito pesado es la tónica.
El comercio se dinamiza desde tempranas horas, cuando la ciudadanía sale a trabajar y, en un abrir y cerrar de ojos, desayuna al paso.
La compra y venta de artículos varios también es la tónica, donde el guayaquileño pone a prueba el arte del regateo.
¿Y el tránsito?
En una palabra, el tránsito de esta zona se puede traducir como «pesado». Los guayaquileños deben enfrentarse, en muchas de las ocasiones, a varias hora en los buses.
Esto lo saben José y Jesús, dos hombres que se han convertido en vigilantes de tránsito improvisados y que brindan su ayuda al prójimo.
Ellos, a falta de agentes, dirigen el tránsito en un tramo de la avenida Casuarina, en el noroeste de Guayaquil.
Afirman que en las horas pico se forman filas de carros y el tráfico pesado caotiza la zona. Por ello, prefieren ganarse la vida «dirigiendo» a los conductores para que fluya de alguna manera.
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