El fútbol es de todos. De los futbolistas, de los entrenadores, de los medios de comunicación y sobre todo… de la afición.
La afición es la gran protagonista. Y el corazón que impulsa y alimenta la pasión por el mejor deporte del mundo. Cada fin de semana los estadios en España están abarrotados. Nuestras familias, nuestros amigos. Tenemos siempre una cita en el calendario. A menudo, apelando a sacrificios extremos para poder desplazarse o adquirir un abono.
La Bundesliga ha entrado en nuestras vidas con fuerza estos días. A través de la televisión hemos visto las gradas vacías. Es fútbol sin alma. Sin pasión. No es lo mismo. Descafeinado. Sucedáneo. No hay costumbre de ver ese fútbol.
Los futbolistas se emplean con contundencia en Alemania. Rindieron a buen nivel, pero al ritmo de juego le faltaban los acordes, las notas propias y únicas que pone la afición. El aficionado es la música del fútbol. En el estadio, en casa, en el bar, con amigos y nuestra gente cercana.
Falta el calor, la alegría, el hincha
Estos días me acuerdo especialmente del último derbi sevillano que tuve la ocasión de vivir. Desde la salida del hotel a la llegada al estadio. Un viaje repleto de sensaciones, un color inolvidable. Bufandas, cánticos, emociones que sirven de estímulo al equipo.
Hemos perdido el calor, el abrazo del gol, el aliento, el ánimo, tan deseado de los momentos críticos, esa palabra de incentivo de los aficionados y que tanto se echa de menos cuando se compite y fallan las fuerzas. El vacío es descomunal.
Sevilla en los días de derbi huele diferente, se percibe pasión, se huele el miedo al fracaso o la alegría del éxito en la calle. Una semana antes de un derbi, sólo se habla de fútbol. Y el seguidor es parte fundamental del escenario.
Clubes, jugadores, disputas entre instituciones. Hemos visto casi los 360 grados alrededor del fútbol. Porque el factor más importante, la gente, el segmento que sujeta el espectáculo y el negocio, ese no ha podido asomarse. El fútbol sin afición no es nada. Es preciso poner de relieve ese axioma y ponderar la fortaleza del público.
No hemos sabido apreciar lo que tenemos. Cuando recuperemos la normalidad LaLiga y la Federación deben reflexionar concienzudamente. Será el momento de devolverles a los socios el protagonismo de reivindicar un sitio privilegiado en nuestro deporte.
La invitación a cuidar del aficionado
Se debe invitar a los clubes a la reflexión. A veces, a inicios de temporada, surgen polémicas sobre el precio de los abonos, se debate si son caras determinadas entradas en partidos clave, se comenta al estado de las instalaciones de muchos estadios. Es la hora del aficionado. Cuidemos a la gente, al socio de toda la vida.
Los aficionados nos han llevado en volandas a la cima donde hoy se encuentra el fútbol en nuestra sociedad. Hoy en día los recursos que aporta la afición a los clubes siguen siendo muy relevantes. La venta de camisetas, las taquillas, la mercadotecnia. Elementos estratégicos en el departamento financiero.
Ha llegado el momento de devolver al aficionado todo lo que nos da. El fútbol maneja una estadística donde más de 3.000 millones de admiradores recrean el espectáculo. Implementan además un concepto cultural.
Sin aficionados en los estadios, la responsabilidad de los medios de comunicación se acrecienta. Los periodistas son los encargados de transmitirnos el entusiasmo que falta en los asientos. Son nuestros ojos. Las voces del fútbol para todos los que veremos el fútbol en casa. Es la hora de transmitir la sensibilidad, la efervescencia del fútbol, el ímpetu de nuestro gran amigo: el fútbol.
Por Joaquín Caparrós, seleccionador de Armenia. EFE