Franklin Guerra, zaguero central de Liga, habló de fútbol y otras facetas desconocidas de su vida personal, en una entrevista con radio La Red.
En el programa «La Barra De La Tribuna», Guerra confesó que tiene una importante promesa que cumplir en esta vida.
El mariscal, como se le conoce en el mundo del fútbol, recuerda que no fue fácil entrar en el profesionalismo. Guerra es de Portoviejo, su infancia y parte de su juventud las desarrolló en el Barrio de Los Reales Tamarindos.
En ese tradicional barrio portovejense dio sus primeros pasos tras un balón. La historia de Franklin es similar a la de otros futbolistas, un origen humilde en búsqueda de mejores días.
Se crió con sus abuelitos, ya que su madre trabajaba distante a la ciudad en la que vivían. Sus padres se separaron pero él tuvo una vida normal y feliz junto a sus abuelos.
Franklin Guerra, con lágrimas en los ojos, contó uno de los pasajes más emotivos de su vida. Su padre no lo vio triunfar en el fútbol profesional, indicó.
“Mi papi falleció en un accidente. Recuerdo que ese día me levanté mal. Me dolía todo no quería hacer nada. De pronto recibimos una llamada donde nos contaban de la tragedia. Fue muy duro», contó Guerra.
Entonces, ahí fue cuando el zaguero hizo una promesa de esas que no puede romperse: «Frente al ataúd de mi padre le prometí que triunfaría en el fútbol”, recordó emocionado.
El zaguero de Liga comentó que su debut en El Nacional fue como volante 5. Jugó un gran tiempo en esa posición.
“El profe Favaro me ubicó como zaguero central. Nunca me sentí incomodo y me fui adaptando. He aprendido mucho de Pablo Repetto, empecé en Liga de suplente, pero cuando tuve la oportunidad de saltar a la cancha no solté la titularidad más”, comentó.