Dos femicidios en cuarteles, la cruda huella de la violencia de género en Ecuador

En menos de dos años, Ecuador ha vuelto a vivir la conmoción de un femicidio perpetrado en los dormitorios de recintos de instituciones de seguridad del Estado, cuyos responsables o sospechosos son hombres entrenados para proteger. Dos femicidios en cuarteles, entre septiembre del 2022 y junio del 2024.

El crimen de la subteniente del Ejército Aidita Ati en el interior de la Brigada de Selva 19, dentro del Fuerte Militar Napo, ocurre 21 meses y 18 días después del femicidio de María Belén Bernal al interior de la Escuela Superior de Policía ‘Alberto Enríquez Gallo’ de Quito, dos sucesos que causaron conmoción en Ecuador.

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Bernal fue esposa de su femicida, el entonces teniente de Policía e instructor de cadetes Germán Cáceres; su crimen ocurrió en el dormitorio de oficiales en Pusuquí, Quito. Mientras, los imputados por el femicidio de Aidita Ati son cuatro militares de la Fuerza Terrestre; un crimen en el dormitorio de mujeres del cuartel militar en Coca, Orellana.

La muerte de Aidita Ati se conoció el sábado 29 de junio del 2024 y un día después la Fiscalía pidió prisión preventiva para los cuatro uniformados del Ejército. Pero una jueza especializada en Violencia Contra la Mujer dictó medidas alternativas: quedaron libres.

Significa que podrán defenderse en libertad durante los 30 días de la fase de investigación pública. Los cuatro militares tienen prohibido salir del país y deben presentarse periódicamente ante una autoridad judicial.

Para la Fiscalía, estas medidas alternativas implican un riesgo procesal porque los uniformados trabajan en el sitio donde ocurrió el femicidio. Pamela Montoya, abogada de la familia de la víctima, lamenta que los sospechosos argumentaran “que son personas que tienen un trabajo, que son militares, que tienen familia, que tienen una garantía económica”.

Los signos de violencia en casos Bernal y Ati

Al igual que María Belén Bernal, el examen médico legal de Aidita Ati da cuenta de que la militar murió de forma violenta. El 11 de septiembre del 2022, Bernal fue estrangulada y luego desaparecida por Germán Cáceres. Su cuerpo fue hallado 10 días después del femicidio, en un terreno cercano a la Academia de Policía.

Asimismo, el informe forense de la muerte de la subteniente Ati dice que su cuerpo tenía muestras de violencia física y sexual. La muerte violenta, dice la autopsia, fue por asfixia y hay huellas en todo el cuerpo, incluidos los genitales externos, donde se encontraron hematomas.

Gracias a que el caso de María Belén Bernal, abogada de 31 años, trascendió, el Gobierno del entonces presidente Guillermo Lasso emprendió la búsqueda de Germán Cáceres dentro y fuera de Ecuador.
En todo el país se realizaron marchas para exigir justicia por este femicidio, perpetrado por un policía, dentro de una academia de la institución.

Cerca de cuatro meses después del femicidio, Cáceres fue capturado en Colombia, el 30 de diciembre del 2022. Cuatro días después fue trasladado a Ecuador para rendir cuentas a la justicia hasta que, finalmente, el 25 de mayo del 2023 un tribunal lo declaró culpable de femicidio. El exteniente de Policía fue sentenciado a 34 años y ocho meses de cárcel.

Al igual que lo hizo en el Gobierno de Lasso -y continúa haciéndolo- Elizabeth Otavalo, madre de María Belén Bernal, la familia de Aidita Ati exige justicia. Tras el femicidio de la militar de 25 años, el Gobierno de Daniel Noboa ha asegurado que no habrá impunidad.

Esteban Torres, viceministro de Gobierno, y Gian Carlo Loffredo, titular de la Cartera de Defensa, dijeron que los culpables tendrán que enfrentar a la ley. Además aseguraron que los responsables saldrán de la institución militar.

‘Ellos nos están matando a nuestras hijas’

El último adiós de Aidita Pamela Ati fue el lunes 1 de julio del 2024, en Quito. La familia la despidió en medio del dolor y colocó sobre su féretro la fotografía de cuando la mujer se graduó como subteniente. “Felicidades Pamelita”, dicen las letras tejidas, dentro del marco de la foto. Aidita viste traje formal y hace el saludo militar con su mano derecha a la altura de su frente.

Su padre, Luis Ati, pide justicia. “Esta no es una muerte natural. La ahorcaron, la mataron, la ultrajaron y presuntamente la violaron (…) ¿Quiénes nos están defendiendo? Ellos nos están matando a nuestras hijas (…) Ellos deben estar detenidos”.

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