Marco Antonio Samillan era estudiante de último año de medicina y murió ayudando a heridos en las protestas antigubernamentales en Juliaca, mientras que Leonardo David Hancco falleció cerca del aeropuerto de Ayacucho hace más de un mes. Este jueves en Lima, su hermana y su esposa pidieron justicia y clamaron «que ellos no son terroristas».
«Cada (vez que lo recuerdo), siento que yo también me muero. Creí que cada día iba a estar mejor pero no se puede vivir ya», se lamentó desde Juliaca mediante una videollamada María Ysabel Samillan en una rueda de prensa de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH).
Ella es la hermana de Marco Antonio Samillan, al que había criado como un hijo y quien murió hace 18 días en las protestas en el departamento sureño de Puno, jornada en la que fallecieron otras 16 personas en los enfrentamientos con las fuerzas del orden.
«Todos los días en mi casa se llora. Yo, personalmente, no duermo por las noches porque me siento muy culpable de por qué no le agarré», dijo entre lágrimas al subrayar que su hermano no salía para ayudar a los heridos en las protestas.
El domingo 8, durante una comida familiar, ella le comentó que el lunes la protesta sería fuerte porque iba mucha gente de distintos pueblos: «Sería bueno que no vayas», le dijo a su hermano.
Narra el asesinato de su hermano
Pero fue y se metió dentro de la protesta -asegura- para sacar a gente que se había desmayado por gases lacrimógenos o estaba herida.
«Cuando mi hermano estaba ayudando a cuclillas, yo creo que fue saña de la Policía porque estaba viendo lo que estaba haciendo porque le disparan por la espalda y cae. Él nunca quiso morir», apostilló.
Cuando llegó al hospital sus propios compañeros y doctores reconocieron al estudiante, pero la hemorragia era demasiado grande, según su relato: «Me quitaron a mi hermano, así me lo mataron, ¿por qué tenía que haber ido?».
Pero entre el dolor, asoma en María Ysabel la rabia contra palabras de la presidenta Dina Boluarte.
«El otro día la señora (Boluarte) salió y dijo que se mataron entre ellos. Es falso, es totalmente falso. Por favor les pido a hacer justicia porque a mi nadie me va devolver a mi hermano», indicó.
Este martes, Boluarte dio una rueda de prensa a medios extranjeros en la que afirmó que durante esta jornada en Juliaca «la mayoría de ellos (muertos) es por impacto de un arma artesanal llamado ‘dumdum’ y la Policía no usa esas armas letales», dijo al referirse a la posibilidad de que muertes de manifestantes hayan sido ejecutadas por ellos mismos.
Dolor compartido
El dolor y rabia era compartido por Ruth Bárcena esposa de Leonardo David Hancco, fallecido el 17 de diciembre en los enfrentamientos en los alrededores del aeropuerto de Ayacucho, en plena cordillera andina.
«A mí me indigna mucho escuchar a la señora (Boluarte) decir que entre nosotros nos hemos matado y que por ser ayacuchanos somos terroristas y no es así. Somos luchadores, del campo, con orgullo serrano. Sabemos exigir nuestros derechos, no somos terroristas», señaló.
Su marido salió a la marcha del 16 de diciembre porque, al haber paro, no podía trabajar y así apoyaba a sus compañeros. Horas más tarde, Ruth leyó en redes sociales que Leonardo estaba herido, así que salió a buscarlo.
«Yo en medio de las balas he buscado a mi esposo», contó antes añadir que se trasladó al centro médico, pero este había recibido un proyectil en el tórax y murió al día siguiente.
Tras la muerte de las diez personas en Ayacucho, un grupo de vecinos creó la Asociación de Asesinados y Heridos del 15 de diciembre del 2022 en Ayacucho, de la cual Ruth es la presidenta y afirma que quieren que las muertes no queden impunes y que sus historias sean escuchadas para obtener justicia.
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